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No se escribe tu nombre
donde se escribe, con lo que se escribe.
En las aguas escribe
con verde rasgo el árbol.
En el aire las máquinas
improvisan nocturnos,
tocan su seca música
de alfabeto romántico.
En los cielos abiertos
van trazando los pájaros
códigos de los vuelos.
Tu nombre no se escribe
donde se escribe, con lo que se escribe.
Las estrellas se leen
con largas lentes claras
que descifran su tedio
de enigmas alejados.
Las tierras más remotas,
con colores azules,
verdes, rosas, entregan
su secreto en los mapas.
Y el pasado se ve
tan escrito en los ojos,
que mirar a alguien bien
es elegía o cántico
que brotan del azul,
del verde, de lo negro.
Tu nombre no se lee
donde se lee, con lo que se lee.
La aurora borra noches,
el mediodía auroras,
y las tardes le quitan
forma, ser, a los días.
El tiempo borra al tiempo,
queda sólo un gran blanco.
Pero tu nombre, ¿quién,
dime, quién va a borrarlo,
si en nada se le lee,
si no lo ha escrito nadie,
como lo digo yo,
como lo voy callando?