Retrasado
Ilsebill ha salido.
Yo no estoy aquí.
En realidad, esperaba a Agnes.
Lo que ocurre en cambio —ruido de platos—
se debe a Amanda: su lavado diario.
Lena ha estado ahí.
Quizá se nos olvidó sólo
concertar una hora exacta.
Me encontré con Sophie mientras en todas las iglesias
tocaban a vísperas.
Nos besamos como en el cine.
Quedan restos fríos: pollo y no sé qué más.
Comenzada, coscorronea una frase.
Hasta lo extraño ha dejado de oler a nuevo.
En el armario falta un vestido: el de las flores grandes,
destinado a las fiestas con Dorotea,
que iba siempre en harapos.
Cuando todavía había música,
podíamos, juntos, oír lo mismo diferentemente.
O el amor, la foto: Billy y yo
en el barco blanco que se llamaba Margarete
y, entre balnearios, lanzaba su humo espeso.
Claro que me he retrasado.
Pero María no ha querido esperar.
El rodaballo le dice ahora la hora.