Dr. Cariño
¿Te falta algo?
¿Qué te falta?
Tu aliento en mi cogote.
Algo que chupe-muerda-lama.
La lengua de la ternera, el mordisqueo del ratón.
Vuelan mis palabras cariñosas
que no tienen sentido.
Los niños las cuchichean, viejos que, bajo la manta,
se quedan solos con sus pulgares.
Y tu piel, ahora interrogada, se estremece ante la prueba:
pudor que, en la oscuridad (cuando todos se marcharon),
nunca fue desechado.
Alguien llamado Dr. Cariño
sigue viviendo prohibido-escondido.
Lo que falta
lo sabe la ciencia numérica: unidades de caricias
para las que no hay,
de momento, ningún sustitutivo.