Los dos
No dice mi, dice la mujer.
A la mujer no le gusta.
Eso tengo que hablarlo antes con la mujer.
Miedo anudado en nudo de corbata.
Miedo de volver a casa.
Miedo de ceder.
Los dos, con miedo, se poseen mutuamente.
El amor reclama sus derechos.
Y el besito habitual después.
Sólo cuenta ya la memoria.
Los dos viven del valor en litigio.
(Los niños observan algo por el agujero de la cerradura
y deciden que más adelante no harán lo mismo.)
Sin embargo, dice él, sin la mujer no tendría tantas cosas.
Sin embargo, dice ella, él hace lo que puede y más de lo que puede.
Una bendición que se convirtió en maldición y, como maldición, en ley.
Una ley que cada vez se hace más social.
Entre los armarios empotrados, ya pagados totalmente,
el odio hace nudos en la alfombra: no es fácilmente lavable.
Los dos se descubren uno a otro,
cuando son lo bastante extraños,
únicamente en el cine.