Aya
Y si estuviese sentado ante los tres pechos
y no supiese que sólo una mama o la otra
y no fuese doble, dividido siempre,
y no pudiese elegir ya entre
y nunca tuviese más que una cosa o la otra
y no guardase rencor a mi gemelo
y no me quedasen deseos ocultos…
Mas sólo tengo otra opción
y he de colgar de otra mama.
Envidio a mi gemelo.
Mi oculto deseo dividido siempre.
Y entero soy sólo mitad y mitad.
Y siempre me decido por el de en medio.
Sólo quedan cerámicas (de fechas inciertas)
que muestran que Aya existió: la diosa
del manantial uno y trino,
en el que uno (el tercero siempre) conoce
lo que el primero promete y el segundo niega.
¿Quién te amputó y nos dejó empobrecidos?
¿Quién dijo: basta con dos?
Desde entonces la dieta, el racionamiento.