Agradecimientos

Esto va a quedar un poco sensiblero. Quedáis avisados.

Cuando empecé a trabajar en 13 balas, iba a ser un relato corto de cuatro mil palabras. Acababa de leer un libro poco memorable sobre vampiros que se enamoraban de mujeres humanas porque eran… no sé, especiales, o algo parecido. Arrojé el libro al otro lado de la habitación y dije: «Drácula le patearía el culo a este tipo. Y luego se comería a su novia como postre.» Me senté a escribir una escena rápida de lucha, presentando al vampiro más horrible y brutal que se me ocurrió. Laura Caxton y Justinia Malvern surgieron más tarde. Al principio estaba sólo Arkeley sentado dentro de un coche, deseando estar preparado para lo que se avecinaba. Y sabiendo que no lo estaba. Yo tampoco estaba preparado. Zombie Island ni siquiera había sido publicada en aquel momento. Era un escritor profesional, pero aún no había visto publicado uno de mis libros; y no podía predecir qué me reservaba el futuro.

Cinco libros más tarde, aquí estamos. Ha sido todo un viajecito.

Ojalá tuviera espacio suficiente para darles las gracias a todas las personas que me ayudaron a lo largo del camino. Eso requeriría un libro por separado. Por tanto, si no veis vuestro nombre escrito aquí, no penséis que me he olvidado de vosotros. Comencemos por el principio con Alex Lencicki, que no se queda a medias tintas. El tipo, él solito, me llevó a un lugar en el que pude hacer esto. Luego apareció Byrd Leavell y se aseguró de que esto no fuese una simple trilogía. A Jason Pinter le encantó la primera novela. Creyó en ella, con una fe pura. Carrie Thornton tomó las riendas y con su bolígrafo rojo me enseñó más sobre el oficio de escritor que todos los talleres a los que he asistido jamás. Jay Sones vendió cantidades ingentes de estas novelas durante años, aunque continuó siendo uno de los tipos más majos que he conocido. Russell Galen (sobre quien poco necesita decirse, escritores mucho mejores que yo le deben su éxito), me ayudó a pagar el alquiler y comprar nuevos portátiles a medida que yo acababa con los anteriores. Y Julia Pavia nos trajo a casa. Todos ellos son gente con verdadera clase.

Luego está el pequeño ejército de correctores, editores, gente de marketing, los de publicidad, los comerciales (algunas de las personas más importantes y más criminalmente desatendidas del negocio), los libreros (los de las cadenas y los independientes, Del Howison es un héroe sacado de una época mítica), los diseñadores de cubiertas, los diseñadores publicitarios, los blogeros, los críticos (Curt Purcell, del The Groovy Age of Horror, estoy pensando en ti), los críticos de Amazon, los que hacen los eBooks, los artistas que ponen su voz a los libros hablados, toda la gente que monta los libros, que los imprime, que los vende, todas las personas que simplemente aman los libros, que los quieren tanto que aceptan las frustraciones, los desalientos, las profecías fatalistas, los grandes fracasos y los pequeños triunfos. Cada persona que alguna vez haya trabajado en la creación del libro que tienes en las manos (o en el Kindle, o en cualquier cosa en la que estés leyendo esto), merece mi más absoluto y sincero agradecimiento.

Y luego estás tú. Este libro está dedicado a ti, la persona que lo ha leído. La persona que ha leído las cinco novelas y me ha hecho saber que los había disfrutado, o me ha dicho que me equivoco con las armas de fuego, o me ha preguntado cuándo iba a publicarse el siguiente. La persona que los ha leído y se los ha recomendado a sus amigos, o que los ha leído con la familia, o que simplemente, ya sabes, los ha disfrutado. Los escribí para entretenerte. Tal vez también para asustarte un poco. ¿Qué tal me ha salido? Tú, amigo mío, me has dado la posibilidad de hacer lo que me encanta. Me has mantenido en marcha durante un divorcio, problemas de salud, problemas económicos, crisis familiares y miedos existenciales. Porque yo sabía que estabas ahí fuera, esperando la siguiente novela, y ése era el único incentivo que necesitaba para continuar adelante. Para volver a escribir.

Gracias. No puedo repetirlo bastante. Gracias.

Sinceramente,

David Wellington

Nueva York, 2011

32 colmillos
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