39

—No… no —dijo Clara—. No. No puede hacer esto. —No podía creerlo… no de Fetlock.

Iba a sacrificar la vida de Caxton sólo para hacer salir a Malvern de su escondite.

—En este momento no busco su apoyo, señorita Hsu —dijo Fetlock, al tiempo que se levantaba de la mesa—. Señor Polder, preferiría darle un poco de tiempo para que pensara en esto. Por desgracia, esa opción no existe. Tenemos que estar preparados cuando el sol se ponga, o no podré garantizar que Malvern caiga en mi trampa.

—¿Cree que puede garantizar eso si él accede? —preguntó Clara, alzando la voz—. Escuche, la razón por la que hemos venido hasta aquí… de lo que queríamos advertir a Caxton… usted no tiene ni idea de la cantidad de medio muertos que posee Malvern. Cuánta sangre ha estado bebiendo… No está jugando. No va a entrar sin más en una trampa y dejar que usted la mate. ¿No lo entiende? La gente ha estado intentando eso durante trescientos años, y nadie lo ha conseguido. ¡No va a caer en esto!

—Tengo unas cuantas sorpresas escondidas en la manga —dijo Fetlock. Sus ojos destellaron con impaciencia—. No me está ayudando ahora mismo, señorita Hsu. Si quiere salir de esto sin que se la acuse de varios delitos, le sugiero que empiece de una vez a ayudarme. Usted y el agente especial Glauer pueden hacerlo saliendo fuera ahora mismo y caminando por el claro para hacerse ver todo lo posible. Tengo la certeza de que Malvern vigila este sitio durante las veinticuatro horas, y la certeza relativa de que sus espías ya saben que están aquí. Quiero asegurarme del todo de que así sea.

—No, maldito sea. No voy a seguirle el juego. No cuando tiene a Caxton encerrada en ese furgón… ¡Encerrada como una gallina en su gallinero, esperando a que venga el zorro! Déjela salir de ahí. Déjela salir del furgón y… lo ayudaré. Déjela salir y dele un arma. Es la única posibilidad real que tenemos. Caxton es la única que sabe de verdad cómo luchar contra un vampiro. ¡Es la única que ha matado alguna vez un vampiro!

—Yo me cargué unos cuantos en Gettysburg —señaló Glauer.

Clara se quedó mirándolo.

—Por favor, dime que en esto estás de mi lado.

Glauer frunció el ceño.

—No me obligues a elegir en este asunto cuando realmente no tenemos ninguna elección. Fetlock está al mando aquí. No podemos hacer nada al respecto. Jugamos según sus reglas porque es la única posibilidad. ¿Vale?

—¡No, maldito seas, no vale!

—Agente Darnell —dijo Fetlock—, por favor, escolte a estos dos al exterior de la casa. Déjelos donde puedan ser vistos desde las dos crestas. No creo que sea necesario restringir sus movimientos, pero si le dan algún problema… bueno, haga uso de su criterio.

El policía del ojo de serpiente les dedicó una fría sonrisa, para luego avanzar e intentar sujetar a Clara por los brazos.

—Olvídelo, iré yo sola —dijo ella, al tiempo que alzaba los brazos para que no pudiera asirla. Cuando salía de la casa prefabricada, oyó que Fetlock volvía a hablarle a Urie Polder. Probablemente para preguntarle otra vez si lo ayudaría o no.

Fuera, bajo el sol de verano, se alejó con rapidez de la casa prefabricada, y entonces se dio cuenta de que no tenía ni idea de adónde ir. Su coche estaba arriba, en la casa de lo alto de la cresta. Podría recuperarlo sin más y marcharse, conducir a la máxima velocidad posible y poner tanta tierra como pudiera entre ella y aquel sitio antes de que cayera la noche. Salvo por el hecho de que dudaba que Fetlock fuese a permitir que eso sucediera. Se volvió a mirar hacia la casa prefabricada, y vio a Glauer de pie justo detrás de sí. Darnell esperaba ante la puerta de la casa, y los vigilaba a ambos. Preparado por si intentaban algo. Como escapar.

—Estamos prisioneros —le dijo Clara a Glauer.

—Sí. Y ahora, ¿quieres calmarte?

—¡A la mierda con eso! —gritó ella. Se inclinó para mirar a Darnell. El ojo de serpiente había desaparecido, y su aspecto era perfectamente normal—. ¡Y tú también vete a la mierda, cara de lagarto!

Darnell no reaccionó.

—¿Sabes? Ahora mismo estás haciendo exactamente lo que quiere Fetlock —le dijo Glauer—. Estás haciéndote muy visible.

—¡Mierda, joder! ¿Acaso importa? Los dos sabemos que tiene razón. Que Malvern vendrá aquí esta noche. Tanto si nosotros estamos aquí como si no. Tanto si él debilita las defensas que rodean este lugar, como si no. Vendrá a por Caxton.

—Sí. El resto no es más que decorado.

Clara se frotó los ojos hasta que estallaron brillantes dibujos geométricos dentro de sus pupilas. Había acudido allí por una sencilla razón, una… bueno, tal vez no había sido tan sencilla, pero… pero… ella sólo había querido volver a ver a Laura. No habría podido adivinar lo mucho que se torcerían las cosas, ni con qué rapidez. Nadie habría podido adivinar eso. No era culpa suya. Nada de todo aquello era culpa suya.

Salvo, tal vez, la muerte de Glynnis. Pero…

—¡Vale! —gritó. Luego, en voz más baja—: Vale.

—¿Vale, qué? —preguntó Glauer.

—Vale, me voy a calmar. Voy a empezar a pensar. Voy a analizar qué es necesario que haga en esta situación, qué es lo más lógico, o lo más favorable para que sobrevivamos, y luego voy a hacerlo.

—Buen comienzo.

Ella sacudió la cabeza. Clavó los ojos en la tierra del claro, e intentó reunir todas las piezas.

—Malvern vendrá en algún momento después de que oscurezca. Traerá consigo un ejército de medio muertos. No hemos visto ninguna señal que indique que tiene otros vampiros bajo su control; no ha creado ninguno nuevo, y los anteriores están todos muertos. Así que ella es la única amenaza real. Un ser humano puede acabar con un vampiro si sabe lo que hay que hacer.

—Ayuda un poco tener un montón de armas de fuego.

—Correcto. Y yo no las tengo. No tengo ninguna arma de fuego en absoluto. Pero Fetlock sí. Tiene muchas. Tal vez es verdad que puede hacer lo que dice. Tiene aquí dos unidades del SWAT muy entrenadas, y montones de agentes de policía normales. Cuenta con un helicóptero. Es probable que tenga francotiradores en lo alto de las crestas, y tal vez algunos juguetes especiales. Está tomándose la situación en serio, y ha leído todos los expedientes de estos casos. Así que tal vez, sólo tal vez, tenga una posibilidad.

—Yo no apostaría por ello —dijo Glauer—. He visto lo que les hacen los vampiros a los policías. Demasiadas veces. Esos policías siempre pensaron que estaban preparados.

—Sí —dijo Clara, con un suspiro—. Yo también lo he visto.

—Así que es una mala apuesta. Pero, en este caso, ni siquiera podemos hacer la apuesta inicial. Tendremos que correr el riesgo y abrigar la esperanza de que gane Fetlock.

—Sí.

Glauer asintió como si se alegrara de que, por fin, Clara hubiera entrado en razón. Luego, sus ojos comenzaron a moverse. No giró la cabeza, pero movió los ojos en dirección a Darnell. Cuando vio que ella entendía lo que intentaba comunicarle, volvió a asentir, una sola vez, y luego miró hacia un lado, en dirección al lugar en que estaba aparcado el furgón celular, como un regalo de cumpleaños preparado para ser desenvuelto.

—Si perdemos aquí, los dos moriremos, o algo peor. Aun en el caso de que ganemos, saldremos de aquí con sólo nuestras vidas. Tal vez ni siquiera con nuestra libertad, si Fetlock decide acusarnos. Como hizo con Caxton, incluso después de que matara a Jameson Arkeley y salvara a Simon.

—Correcto —dijo Clara, que seguía el argumento bastante bien pero no sabía muy bien adónde iba a parar.

—Bueno —dijo Glauer—. Habida cuenta de todo lo dicho. ¿Qué hacemos?

Clara alzó la mirada hacia él con los ojos abiertos de par en par. Sabía qué estaba sugiriendo Glauer… y no era su estilo. Pero podría marcar la diferencia. Podría.

—Hacer trampa —dijo, y observó el lento asentimiento de la cabeza de él.

32 colmillos
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