12
Simon parecía confundido.
—A la mayoría de los vampiros sé cómo controlarlos. Te haces un corte en un dedo, les lanzas una gota de sangre hacia ellos, y es como el frenesí de los tiburones. Dejan de pensar en nada que no sea el buen sabor que tendrá tu sangre. Eso los vuelve estúpidos, los convierte en simples depredadores sedientos de sangre. He matado a muchísimos vampiros así. Pero Malvern es más lista que el resto. No sé cómo lo hace, pero ha encontrado una manera de dominar su instinto. Cuando la conocí, tu padre intentó ese mismo truco con ella, pero Malvern logró alejarse sin más. La última vez que la vi tuvo la oportunidad de matarme. Tuvo la oportunidad de hacerme lo que le diera la gana. En cambio, intentó convencerme de que yo la había matado. Resistió su impulso natural de matarme para poder falsificar su propia muerte… y funcionó. Ahora mismo, la policía piensa que está muerta.
—Es que está muerta —insistió Simon—. Quiero decir que todo el mundo piensa que está muerta. Todos menos usted y Urie Polder.
Caxton sonrió sin alegría.
—Eso es exactamente lo que ella quiere. Nos estábamos acercando demasiado a ella… yo casi la elimino en un par de ocasiones. Sabe lo peligrosa que soy. Sin embargo, hay un truco al que puede recurrir, y que me eliminará por completo del cuadro.
—¿Ah, sí? ¿Tiene una manera de matarla?
—Bastante parecido. Puede esperar hasta que yo me muera de vieja.
Él pareció confundido.
—Lo más inteligente que puede hacer ahora es permanecer oculta —explicó Caxton—. Es inmortal. Siempre y cuando no se muestre en público, la policía acabará por olvidarse de ella. La gente pensará que los vampiros se han extinguido, y dejará de tenerles miedo. Si yo no estoy para recordarles cómo luchar contra los vampiros, no estarán preparados cuando ella resurja. Dentro de veinte años, de cien… para ella es lo mismo. Un parpadeo comparado con la eternidad que puede vivir. Lo ha hecho antes, y siempre ha regresado… antes o después.
Simon pareció horrorizado ante la perspectiva. Perfecto.
—Pero… necesita sangre —señaló Simon.
—No. Quiere sangre, y con desesperación, pero puede vivir eternamente aunque nunca vuelva a beber una sola gota. Es lo bastante fuerte para dominar el ansia, como controlarse durante mucho tiempo. Es lo bastante fuerte para dejar a un lado cualquier satisfacción que pueda obtener de matarme, a cambio de su propia seguridad. Ahora bien, si yo pudiera disponer de mi libertad y contara con recursos ilimitados, tendría la posibilidad de dedicar el resto de mi vida a intentar descubrir dónde se esconde. Podría registrar cada rincón oscuro y mohoso de Pensilvania. Podría pasar años haciendo eso. Pero ya no puedo hacerlo. Si dejo ver mi cara fuera de esta cresta, los federales me detendrán de inmediato. Así que he construido esta elaborada trampa para vampiros… y trazado mis propios planes para el futuro.
—Ah —dijo Simon—. Creo que sé adónde quiere ir a parar con eso y…
Caxton se negó a permitir que desviara la conversación.
—Sé cómo matar vampiros mejor que cualquier otra persona viva. Voy a dedicar el resto de mi vida a enseñar a la gente de La Hondonada cómo se hace. Voy a enseñarle a Patience Polder cada uno de mis trucos. Cuando yo haya muerto, ella se los enseñará a otros. Tal vez a sus propios hijos. Y ellos se los enseñarán a los suyos. El objetivo es que, con independencia del tiempo que Malvern pase oculta, cuando despierte, haya alguien esperando con una pistola apuntada directamente a su corazón.
—Y usted piensa que yo puedo… que esos hijos serán míos y de Patience, y…
—Tú has estudiado los monstruos en la universidad. Eres un científico que lo sabe todo sobre los monstruos. ¿No te das cuenta de que eso te hace perfecto para esto? Si unes tu conocimiento técnico con los dones de Patience, seréis un equipo formidable.
—No cuente conmigo —dijo Simon—. No es eso lo que quiero para mi vida.
—¿No lo es? —preguntó Caxton. Estaba un poco sorprendida.
—Lo último que quiero es volver a tener algo que ver con vampiros —le dijo Simon—. Eso debería resultar bastante obvio.
—Un vampiro mató a toda tu familia —dijo Caxton—. ¿No quieres venganza?
Simon se frotó los ojos.
—Fue mi padre quien mató a toda mi familia. Mi padre mató a mi madre, y a mi hermana, e incluso a mi estúpido tío paleto.
—No —lo contradijo Caxton—. Tu padre se suicidó. Su cuerpo volvió como vampiro e hizo todas esas cosas.
—¡Eso no significa nada! ¿Tiene idea de lo que es perder a todas las personas a las que has querido?
—Sí, la tengo —replicó Caxton.
Él se quedó mirándola.
—He pasado los últimos dos años en psicoterapia. Sólo para poder funcionar —dijo Simon. Y luego giró sobre sus talones y se encaminó de vuelta a la casa. Tal vez tenía la intención de pasar el resto de la noche dentro del automóvil antes que continuar con aquella conversación.
Caxton se quedó de pie sobre la oscura cresta, y se preguntó qué error había cometido.