Coppola, Scorsese, Spielberg…, ¿quién era el cuarto miembro del llamado grupo de los «barbudos» que ayudó a redefinir el cine americano en los setenta?
El mismo día que un joven llamado George Lucas entró a trabajar en la Warner, Jack Warner, uno de los míticos brothers fundadores de la compañía, se jubilaba y dejaba el estudio. Una coincidencia que, vista años después, resulta bastante simbólica. Jack Warner encarnaba el Hollywood clásico, mientras que George Lucas ha sido uno de los grandes renovadores del cine americano.
Lucas era muy amigo de Coppola. Este le había producido su primera película: THX 1138 (1971), una de ciencia-ficción que resultó un completo fracaso. Francis le dio entonces un buen consejo: «Haz algo más humano, con más calor.» Y Lucas plasmó en la pantalla sus recuerdos de adolescencia en un pequeño pueblo de California: coches, rock and roll, noches de juerga, chicas a las que se abrazaba en el asiento de atrás… American Graffitti (1973) conectó con la nostalgia de toda una generación, la que había sido joven en los años cincuenta, y situó el nombre de su director en el panorama cinematográfico. Durante el rodaje de la película alguien pidió en voz alta el «R-2-D-2», refiriéndose al rollo dos, diálogo dos de la película. Lucas lo anotó en su libreta de ideas, donde ya estaba tomando notas para un gran proyecto que le bullía en la cabeza. Aquella abreviatura acabaría convirtiéndose en el nombre de uno de los protagonistas de una de las películas más populares de la historia del cine.
Con La guerra de las galaxias (1977) George Lucas intentaba recuperar el espíritu del buen cine de aventuras con el que él tanto había disfrutado de niño. Cogiendo un poco de cine bélico aquí, otro poco de western allá, una pizca de las películas de espadachines y piratas, alguna que otra gota de romanticismo y un buen envoltorio de ciencia-ficción, el director consiguió recuperar para las pantallas el mejor cine de evasión. Pero La guerra de las galaxias resultó algo más que un entretenimiento. Marcó el nacimiento de una nueva era cinematográfica que cambió para siempre la concepción del cine, al menos en su vertiente más consumista.