¿Y qué fue la nouvelle vague?
Curiosamente, al principio, el término nouvelle vague (nueva ola) no se refería solo al cine. En 1957 el semanario L’Express publicó una gran encuesta sobre la juventud francesa que se tituló «Llega la nouvelle vague». Sin embargo, un año después, se hablaba de la nouvelle vague exclusivamente en términos cinematográficos.
Este grupo de jóvenes cineastas: Claude Chabrol, Alain Resnais, Jean Luc Godard y François Truffaut, entre otros, comenzó a gestarse en las sesiones de cineclubes y escribiendo artículos de cine en una serie de publicaciones, como Cahiers du Cinéma, en donde criticaban con dureza el cine francés de la época. «Unos burgueses haciendo un cine burgués para los burgueses», decía, por ejemplo, Truffaut. Frente al viejo cine galo, encadenado a los estudios, a las normas impuestas por los sindicatos o a las dificultades administrativas y financieras, ellos preconizaban una nueva manera de hacer cine. Muchos de sus postulados no eran nuevos, ya que se habían visto en el Free Cinema inglés, pero los jóvenes franceses pronto los hicieron suyos. Rodaban en las calles, en casas de verdad, con cámaras que antes se utilizaban solo para los reportajes, no para el cine… Utilizaban la luz natural, casi no había guión, se ideaban complicados planos o dificilísimos travellings utilizando sillas de ruedas o coches destartalados. De este modo dicen que se rodó el famoso travelling final de Los cuatrocientos golpes (1959), de Truffaut, con un viejo «dos caballos».
Gracias a El bello Sergio, que rodó en 1958 con el dinero de la herencia familiar de su mujer, y a Los primos, que filmó un año más tarde, Claude Chabrol está considerado como el iniciador de esta corriente. Pero la puesta de largo de la nouvelle vague tuvo lugar en el Festival de Cannes de 1959. Truffaut ganaba el premio al mejor director por Los cuatrocientos golpes y, mientras tanto, fuera de concurso, se proyectaba con gran éxito Hiroshima mon amour, que Alain Resnais dirigió sobre un guión de Marguerite Duras y que contaba la historia del amor imposible entre un japonés y una mujer francesa, con el trasfondo de la tragedia atómica que vivió esa ciudad. Eran los años en los que Francia estrenaba una nueva república, la quinta, con De Gaulle nuevamente en el poder.
En 1960 se estrenó otro de los títulos emblemáticos del movimiento: Al final de la escapada, de Jean Luc Godard, un título que, para muchos, revolucionó el lenguaje cinematográfico con un innovador montaje que violaba las más elementales normas del racord, o continuidad entre las tomas. Aunque, según los más maliciosos, lo que realmente había pasado era que la primera versión del film era demasiado larga y que Godard se había dedicado a dar tijeretazos a diestro y siniestro con poco criterio, por no decir ninguno.
Entre 1958 y 1961 surgieron en Francia más de cien nuevos realizadores. La industria se relanzó y el cine francés conquistó nuevos mercados. Hacia 1962 se pudo dar como concluido este movimiento, pero su influencia se puede encontrar en otras cinematografías, como la de los países del Este o del Tercer Mundo.