¿Cómo empezó Walt Disney?
Disney había empezado dibujando en un garaje que le prestó su tío y, según algunas versiones de su historia, al lado de su mesa de trabajo merodeaba un ratón. En él se inspiró Disney para crear a Mickey Mouse, el personaje cuyo éxito le permitió crear sus famosos estudios.
Padre de Donald, Pinocho, Dumbo, la Cenicienta… Disney ha sido uno de los artistas que más han influido en la imaginación colectiva de tres generaciones. No fue un gran dibujante ni un gran director, sino un gran creador, un líder que sabía aglutinar como nadie el trabajo de un equipo de artistas cuidadosamente escogidos. También un hombre de negocios que construyó un imperio. Su personalidad se dibujaba de claroscuros. Públicamente simbolizaba los buenos sentimientos. En privado, en cambio, su imagen cambiaba. Su liderazgo se transformaba, a veces, en tiranía. Nunca felicitaba a nadie porque daba por supuesto que, entre las obligaciones de sus empleados, estaba la de llevar a cabo su trabajo a la perfección. Anticomunista visceral, colaboró muy activamente en «la caza de brujas». Una vez hubo una huelga en la Disney y Walt comentó: «Estoy seguro de que todo este desbarajuste es de inspiración comunista.» En otra ocasión, cuando detuvieron a un animador acusado de homosexualidad, dijo: «Denle una oportunidad, todos cometemos errores.» Algunos estudiosos y críticos han tratado a menudo de rastrear esta ideología ultraconservadora en sus películas, que, por otra parte, rezumaban encanto. Tanto era así que, gracias a ellas, y a su simpatía personal, Disney se ganó pronto el cariñoso apelativo de «tío Walt». Cuando murió, el 15 de diciembre de 1966, el presidente americano Lyndon Johnson envió a su viuda una carta que resumía el sentir general: «Millones de nosotros vivimos una vida más brillante y más feliz a la luz del talento de su esposo. La magia de Walt Disney fue más grande que la vida, y los tesoros que dejó perdurarán para entretener y educar a generaciones venideras.»