¿Por qué Brando no recogió el Oscar que ganó por El padrino?
Fue una forma de protestar públicamente por cómo la industria de Hollywood trataba en las películas a los indios. En su nombre subió al escenario una supuesta chica apache llamada Sachen Littlefeather, presidenta del Comité Nacional de Afirmación de los nativos americanos, aunque hay quien afirma que se trataba de una actriz disfrazada pagada por Brando. El gesto alimentó todo tipo de comentarios, pero a esas alturas Hollywood parecía ya resignado al inconformismo de Marlon Brando, porque, a pesar de este y de parecidos episodios, El padrino supuso el comienzo de una gran etapa de su carrera. Transmitió como nadie la angustia de la soledad en El último tango en París (1972) y fue un militar mesiánico obsesionado con el horror en Apocalypse now (1979).
Tras su breve aparición en Supermán (1978) descubrió un sistema ideal para un holgazán declarado como él: hacer breves apariciones en películas y cobrar, a cambio, cientos de miles de dólares.
Su vida sentimental y personal ha sido igualmente agitada y ha tendido, en los últimos años, hacia la tragedia. En 1990 su hijo Christian fue encarcelado por haber asesinado al novio de su hermanastra Cheyenne y esta última se suicido en 1995. Ha estado casado tres veces y ha tenido decenas de amantes. «Poder llevarme a la cama a casi todas las mujeres que quería resultaba embriagador», solía decir. Su primera mujer era hindú, la segunda mejicana y a la tercera la conoció en su paraíso particular, Tahití, que «descubrió» durante el rodaje de Rebelión a bordo (1962). Años más tarde compró incluso una pequeña isla en la que ha pasado, alejado del mundo, la mayor parte de su tiempo.
Gordo hasta hacer irreconocible a aquel joven atractivo de los cincuenta, en los últimos años Brando aparece, de vez en cuando, en películas que pasan casi siempre sin pena ni gloria, como Don Juan de Marco (1995) o La isla del doctor Moreau (1996), para, acto seguido, sumergirse nuevamente en la soledad de su casa, seguir siendo un mito en vida y disfrutar de una de sus grandes pasiones: comer helados.