¿Trabajaron alguna vez juntos Ingrid e Ingmar Bergman?
A pesar de su apellido común, los dos no tenían ninguna vinculación familiar. En 1978 Bergman director dirigió a Bergman actriz en Sonata de otoño, donde ella interpretaba a una concertista de piano que estaba enfrentada a su hija, Liv Ullmann.
Ingmar Bergman resumía su carrera cinematográfica con una sola frase: «la búsqueda de la felicidad». Y esa felicidad la encontró en 1982 rodando Fanny y Alexander, su última película, quizá la más autobiográfica de todas y en la que volvía una vez más sobre sus temas preferidos: la fascinación por el mundo del teatro, el temor ante lo religioso y el descubrimiento de la muerte. «He hecho muchas películas, unas me gustan más y otras me parecieron poco gratificantes. Pero hice una, la última, Fanny y Alexander, que me hizo tan feliz, que me divirtió tanto que ahora sería un sacrilegio volver a hacer cine. Sería como traicionar aquella relación. Así que jamás volveré a dirigir una película», sentenció el director sueco.
Bergman se ha casado seis veces, tiene ocho hijos y varios nietos. Vive en la isla de Faro, lugar con una población de apenas cuatrocientos habitantes. Solo viaja a Estocolmo cuando dirige una obra de teatro. En su casa ha construido un cine, y a principios de cada año viaja hasta la Filmoteca Nacional, donde le prestan varios cientos de películas. Según cuentan, cada día ve una o dos. Bergman ama la soledad y el silencio y, a pesar de no haberse puesto detrás de la cámara desde hace años, su voz cinematográfica ha seguido presente. Su hijo Daniel dirigió un guión suyo: Niños del domingo (1992), y Bille August llevó también al cine otro de sus escritos: Las mejores intenciones (1993). Las dos contaban historias de su niñez y de sus padres. Porque, según confesaba, todavía seguía buscando al niño que dejó atrás y, como tal, se seguía preguntando con ingenuidad dónde estará su final.