¿Por qué Hollywood está en Hollywood?
El 27 de diciembre de 1913 un tren se detuvo en Flagstaff, una pequeña ciudad del estado de Arizona. De él bajaron Jesse Lasky, productor; Samuel Goldwyn, agente comercial y futuro jefazo de la Metro, y Cecil B. De Mille, un joven director debutante. Querían rodar una película del oeste llamada El mestizo, y habían decidido que el mejor lugar para hacerlo, obviamente, era el oeste. Pero aquel día sobre Flagstaff caía una tremenda tormenta de agua. Al pie del tren, los tres hombres, empapados por la lluvia, se dieron cuenta de que era absurdo intentar trabajar en aquellas condiciones. Alguien les aconsejó que continuaran su viaje hacia California, hasta una localidad cercana a Los Ángeles llamada Hollywood. Y así lo hicieron. Al llegar vieron decepcionados que el lugar era desértico, pero al menos no llovía y por poco dinero pudieron alquilar una granja donde situaron su cuartel general. Buena parte de la película se rodó en un granero, con sus vacas y sus gallinas, que se convirtió, de este modo, en el primer estudio de Hollywood y que hoy en día se conserva como museo. El cine acababa de inaugurar el que iba a ser su centro neurálgico y la más grande fábrica de mitos que ha conocido la historia. La casualidad, o la lluvia en este caso, quisieron que el lugar elegido fuera Hollywood y no Flagstaff.
El mestizo, de De Mille, fue la primera película rodada en Hollywood, pero la ruta del oeste ya había sido inaugurada años atrás por el productor William Selig, que en 1907 se desplazó a Los Ángeles para rodar los exteriores de El conde de Montecristo. En los años siguientes otros cineastas siguieron su ejemplo, buscando en California el buen tiempo y los cielos luminosos que necesitaban para sus películas. Además, Los Ángeles estaba lejos de los detectives neoyorquinos de Edison y cerca de la frontera mejicana, a la que poder huir a toda velocidad en el caso de que la Compañía de Patentes enviara un auto de procesamiento.