¿Quiénes fueron los máximos exponentes del expresionismo?
Fritz Lang, hijo de un arquitecto y estudiante él también de Arquitectura, trasladó a sus películas su dominio de los espacios y los volúmenes para conseguir un cine épico y monumental. En Los nibelungos (1923) adornaba la leyenda germánica con una escenografía agobiante, pero quizá fue Metrópolis (1926) la película que mejor representó el estilo de Lang en esa época, convirtiéndose, además, en la obra cumbre del expresionismo alemán. Metrópolis era una estremecedora visión del futuro en la que la máquina pasaba a ser dios. Una ciudad en la que los señores gozaban de los placeres de la vida en la superficie, mientras los obreros vivían y trabajaban en un subsuelo de pesadilla. Los inmensos decorados de la película causaron sensación en la época. Fritz Lang se trasladaría posteriormente a Hollywood, donde desarrolló una de las carreras más reseñables de la historia del cine.
La otra gran personalidad del expresionismo fue Friedrich Wilhelm Murnau. Despuntó en 1922 con Nosferatu, el vampiro, adaptación de la novela Drácula, de Bram Stoker, a la que dio una atmósfera donde lo irreal y el terror se mezclaban a partes iguales. El éxito de esta película lo rebasaría Murnau con otro de sus filmes: El último (1924), en el que el gran actor alemán Emil Jannings interpretaba a un portero de hotel degradado al servicio de lavabos, todo ello impregnado de una atmósfera muy opresiva. La película supuso una gran revolución por sus originales movimientos de cámara y por ser uno de los pocos títulos mudos narrados solo con imágenes, sin ningún rótulo.
La fama que este film proporcionó a Murnau hizo que la Fox le contratara. Su primera película en Hollywood, Amanecer (1927), ganó tres Oscar, pero el éxito americano del director terminó ahí. Murnau no acabó de encajar. Era homosexual y no lo ocultaba, lo cual era causa de excomunión en una comunidad tan farisaica como la de Hollywood. Se fue a los mares del sur para rodar una película junto al documentalista Flaherty: Tabú (1931), pero no llegaría a verla estrenada, ya que murió en un accidente de coche ese mismo año.
El expresionismo alemán evolucionaría pronto hacia un cine más realista, con películas como Varietés (1925), de Edwald A. Dupont, o Bajo la máscara del placer (1925), de G. W. Pabst; pero el movimiento tendría una gran influencia en directores posteriores, como Orson Welles.