¿Es verdad que Casablanca se rodó por casualidad?
Hasta cierto punto sí. La Warner había concebido Casablanca (1943) como una más de las películas de propaganda que se rodaban durante la Segunda Guerra Mundial, pero toda la producción y, sobre todo, el rodaje estuvieron presididos por la improvisación. Lo que en buena lógica debería haber sido una chapuza propició una serie de casualidades que unidas dieron como resultado una película genial. Porque ¿qué habría pasado si Ronald Reagan hubiera interpretado el papel de Rick en vez de Bogart, tal y como se pensó en un principio? ¿Y qué si en el montaje final se hubiera eliminado la mítica canción El tiempo pasará tal y como estuvo a punto de ocurrir? Y no solo eso. Otro elemento legendario de Casablanca, el final, también pudo haber sido diferente.
Durante el rodaje no había un guión terminado y la misma incógnita que viven los espectadores de saber por cuál de los dos hombres se decidirá la chica la experimentaban los actores mientras actuaban en el plató porque nadie, ni siquiera el director, sabía cómo acabaría aquella historia de amor a tres bandas. «Casablanca se creó en el plató», recordaba el director, Michael Curtiz. «Yo tenía tres guionistas que escribían mientras nosotros rodábamos, pero los actores nunca sabían cómo enfocar los personajes. Bogart se enfadaba y se quedaba silencioso. Ingrid Bergman me preguntaba siempre de quién estaba enamorada, si de Laszlo o de Rick, y yo le decía: “Bueno, no se sabe todavía, intenta encontrar un intermedio.”» Cuando ya no pudieron posponer más la decisión optaron por rodar los dos finales posibles, pero al terminar el primero de ellos el productor tuvo la feliz idea de añadirle la escena de Rick y el comisario en el aeropuerto. No hizo falta rodar el segundo, y la historia del cine ganó, de paso, uno de sus diálogos más célebres e imitados: «Louis, creo que este es el principio de una hermosa amistad.»