El oficio de vivir

Empiece, siempre que es presentado a otro ser mortal, por aprender a leer de una sola ojeada cuál es el oficio o profesión al que pertenece. Aunque este ejercicio pueda parecer pueril, lo cierto es que aguza las facultades de observación y que enseña en qué cosas hay que fijarse y qué es lo que hay que buscar.

Sherlock Holmes en Estudio en escarlata.

Otra de las monografías de Holmes está dedicada a las señales o signos corporales que revelan la profesión de alguien, Estudio sobre la influencia de la profesión en la forma de la mano:

He aquí también una curiosa obrita sobre la influencia del oficio en la forma de las manos, con litografías de manos de canteros, marinos, leñadores, cajistas de imprenta, tejedores y pulidores de diamantes. Es un asunto de gran interés práctico para el investigador científico, especialmente en los casos de cadáveres no identificados, o para la averiguación de los antecedentes de los criminales[157].

Sin duda el libro debía contener ilustraciones semejantes a las que hemos podido ver de las manos, narices y orejas de Morelli y Bertillon, pero mientras que a Morelli esas colecciones le servían para identificar a un pintor o descubrir una falsificación, y a Bertillon para identificar a un criminal, el propósito de Holmes es más amplio, pues su intención es descubrir rasgos y detalles que le permitan obtener información precisa acerca del oficio de cualquier persona. Las mejores demostraciones de la habilidad de Holmes para descubrir el oficio a través de las manos se encuentran en aventuras como «La ciclista solitaria», «Un caso de identidad», «El misterio de Copper Beeches», «La corbeta Gloria Scott» y «La liga de los pelirrojos».

En 1946 se publicó un estudio titulado casi igual que la monografía de Holmes: «Algunas observaciones acerca de las marcas de profesión», publicado bajo el nombre de Gilbert Forbes en el Police Journal, que ha hecho pensar a expertos en Sherlock Holmes como Baring-Gould y Klinger que se trata de un plagio de la obra de Holmes, o bien que detrás de Forbes («un seudónimo transparente», dice Baring-Gould) se escondía el mismísimo Sherlock Holmes. Se da la casualidad de que la obra de Forbes fue publicada en 1946, año en el que, según Baring-Gould, murió Holmes. Dos años después, en 1948, Francesco Rónchese, doctor en medicina, publicó una obra similar, Ocuppational Marks. Las dos obras son muy interesantes y muestran que tanto los policías como los médicos siguen aplicando los métodos propuestos por Sherlock Holmes.

Marcas en la mano de un dibujante, causadas por el lápiz o el contacto constante con la mesa de dibujo, según Gilbert Forbes en «Some Observations on Ocuppational Markings» (1946).

Páginas atrás conocimos los prodigiosos poderes de observación de Zadig, que se han señalado como un claro precedente de Holmes, pero, en lo que se refiere a las profesiones, he encontrado un precursor al que no he visto citado por nadie y al que, casi con toda seguridad, Conan Doyle no conocía. Lo ofrezco aquí como curiosidad inédita.

Se trata de dos geishas que aparecen en la novela japonesa Amores de un vividor, de Saikaku Ihara, publicada en 1686. El protagonista, Yonosuke, visita con dos amigos a una famosa geisha. Yonosuke pregunta a la mujer si sería capaz de adivinar la profesión de los tres.

Ella dice: «Viéndoos con buenos ojos, diré que sin duda sois personas que hacéis la vida sobre tatami. Tal vez vos seáis un fabricante de pinceles. Y aquí este señor debe ser un fabricante de cajas; y este otro señor, un tejedor de fajas de vestir». Los tres amigos ponen cara de asombro y Yonosuke exclama:

«¡Esto es extraordinario! Solo te has equivocado en uno, que no es tejedor de fajas como tú piensas. En cuanto a los otros dos, has acertado de lleno». Después, el propio Yonosuke explica por qué la muchacha ha adivinado sus profesiones, aunque no ofrece los detalles exactos que explican sus aciertos:

Es que la condición social de una persona, vaya como vaya vestida, se trasluce por detalles, como la manufactura del espadín que lleva al cinto, y la de la arqueta de medicamentos. También un vistazo a las manos y a los pies puede ser muy revelador. En mi caso, especialmente, está a la vista que me hago acompañar de un portador de sandalias. Es un criado que llama la atención de cualquiera. Pensar ligeramente de la persona que goza de tal acompañante, equivale a tener pocas luces.

A continuación, Yonosuke cuenta una historia protagonizada por una cortesana de Yoshiwara. En esta ocasión, tres amigos vestidos del mismo modo dicen a la cortesana que ofrezca una copa de sake a quien piense que es el más privilegiado de los tres. Por toda respuesta, ella ordena soltar a algunos ruiseñores en el jardín, lo que hace que los tres hombres se levanten para verlos. Es entonces cuando la geisha ofrece la copa de sake a uno de ellos, y acierta. Cuando le preguntan cómo lo ha sabido, responde:

Aunque los tres llevabais calcetines amarillentos, de un tinte de morera, solo uno de los tres no presentaba huellas causadas por el roce de las corredlas de las sandalias. Por ahí deduje que este señor debía ser el que no pone los pies en tierra. Por esto lo reconocí.

Sería posible encontrar muchos más ejemplos, porque los métodos de Holmes son universales, aunque nadie reflexionó sobre ellos y los sistematizó con la misma intensidad y eficacia que él, como tendremos ocasión de comprobar en la segunda parte de este libro.

No tan elemental
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