Sherlock Holmes, experto en moda

La ropa es inevitable. Es nada menos que el mobiliario de la mente hecho visible.

James Laver, Style in Costume.

La ropa que elegimos llevar y la manera en la que la llevamos revela a veces más cosas acerca de nuestra personalidad y nuestra manera de pensar que actos aparentemente más explícitos. Nuestra ropa habla muy alto y muy claro acerca de nosotros, como mostraron grandes observadores de la moda como James Laver, Ernestine Carter o Alison Lurie. Veamos algunos de los ejemplos que ofrece Lurie de este sistema de signos llamado moda:

—Cuando vemos a un dirigente extranjero vestido de uniforme deducimos que representa a un sistema autocrático impuesto por la fuerza. Un traje típico sugiere nacionalismo.

—La mujer norteamericano-japonesa con un vestido occidental pero con un complicado peinado oriental o el árabe formado en Oxford que remata su traje Savile Row con un turbante, nos dicen gráficamente que no han sido asimilados, que sus ideas y opiniones siguen siendo las propias de un asiático.

—Una camisa rasgada y sin botones o el pelo enmarañado pueden significar fuertes emociones: pasión, dolor, rabia, desesperación. Son más efectivas si la gente sabe que normalmente eres aseado en el vestir, igual que las palabrotas de una persona bien hablada tienen más fuerza que las de quienes son comúnmente deslenguados.

—El uniforme actúa como una señal de que no debemos o no hace falta que tratemos a alguien como a un ser humano, y de que este tampoco debe ni tiene que tratamos a nosotros como tales.

—Llevar uniforme es renunciar a nuestro derecho a la libertad de expresión en el lenguaje del vestido: se nos obliga a repetir un diálogo escrito por otro[135].

Frente a quienes ponen en duda el poder de la moda y aseguran que ellos compran la ropa que quieren y no la que les imponen, Lurie admite que es cierto que «compraremos y usaremos aquellas prendas que reflejan lo que somos, o lo que queremos ser en ese momento, y las que no lo reflejen no las compraremos, por mucho que las anuncien a bombo y platillo». Ahora bien, lo que somos y lo que queremos ser depende mucho de lo que vemos a nuestro alrededor y de los modelos que podemos imitar, además, por supuesto, de lo que las tiendas nos ofrecen. La venta de pantalones de cintura baja o de tangas femeninos comenzó en algún momento como una imitación de ciertas artistas atrevidas, pero, al convertirse en el estándar dominante, muchas mujeres acabaron utilizándolos para no sentirse anticuadas, para intentar parecer jóvenes y modernas, porque su pareja se lo pedía, o simplemente porque resultaba difícil encontrar en las tiendas pantalones de cintura alta. Aunque los cambios en la percepción acerca de una prenda sin duda se han acelerado desde la época de Laver, su conocida ley de la moda sigue siendo una importante indicación acerca de la manera de vestir de una persona:

Indecente: 10 años antes de su tiempo.

Desvergonzada: 5 años antes de su tiempo.

Actual: Ahora.

Pasada; 1 año después de su tiempo.

Horrorosa: 10 años después de su tiempo.

Divertida: 20 años después de su tiempo.

Curiosa: 50 años después de su tiempo.

Encantadora: 70 años después de su tiempo.

Romántica: 100 años después de su tiempo.

Preciosa: 150 años después de su tiempo[136].

Se siga o no la moda, James Laver, Alison Lurie y Sherlock Holmes saben que cada persona tiene una manera de vestir que revela mucho de sí misma: «Es fácil observar que estaba usted acostumbrado a vestir uniforme, Watson; nunca se le podrá tomar por un paisano de pura raza mientras conserve el hábito de guardar el pañuelo en su manga[137]». Es curioso que Holmes se fije precisamente en la manga de Watson, pues antes le dijo: «Lo primero que miro en una mujer son siempre las mangas; en un hombre, probablemente, es mejor fijarse antes en las rodilleras de los pantalones[138]». También las mangas de un cliente le revelan que se dedica a una labor de escribanía: «¿Qué otra cosa podría significar que el puño de su manga derecha se vea tan lustroso en una anchura de cinco pulgadas, mientras que el de la izquierda está rozado cerca del codo, por donde se apoya en la mesa?»[139]. No cabe duda de que Holmes podría ser hoy en día lo que se denomina un coolhunter o rastreador de tendencias, capaz de obtener todo tipo de información simplemente observando cómo viste la gente, siempre bien informado de lo que está de moda y de lo que lo ha estado, tanto que parece anticiparse a las leyes de Laver:

Este sombrero tiene tres años. Fue por entonces cuando salieron estas alas planas y curvadas por los bordes. Es un sombrero de la mejor calidad. Fíjese en la cinta de seda con remates y en la excelente calidad del forro. Si este hombre podía permitirse comprar un sombrero tan caro hace tres años, y desde entonces no ha comprado otro, es indudable que ha venido a menos[140].

Es cierto que las cosas han cambiado desde los tiempos de Sherlock Holmes, y que las clases sociales no están tan marcadas, pero todavía podemos leer bastantes cosas en la ropa que llevan los demás, desde los cocodrilos de un jersey de Lacoste y la camisa rosa de muchos ejecutivos a los pañuelos palestinos o los pantalones à la marocaine, que se pusieron de moda hace pocos años. De un simple vistazo ya sabemos a qué espectro político pertenece nuestro interlocutor, aunque a veces, muy pocas veces, se produzcan agradables decepciones y no todo resulte tan previsible.

No tan elemental
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