Un lector omnívoro
Jamás se mostraba tan formidable como después de pasar días enteros repantigado en su sillón, sumido en sus improvisaciones y en sus libros antiguos.
Watson en «La liga de los pelirrojos».
A lo largo de este libro, hemos conocido algunas de las habilidades profesionales de Sherlock Holmes: connoisseur, psicólogo, criptógrafo, criminólogo, científico apasionado, médico y, por supuesto, detective. Los lectores tal vez hayan advertido que en todas ellas hay un elemento común: la lectura.
Holmes, en efecto, es un lector, pero no un lector cualquiera, sino uno que ve signos en todo lo que le rodea: en la apariencia física de las personas, en sus orejas o en su mirada, en su manera de vestir o en las manchas de arcilla roja, incluso en la ausencia de signos, como un perro que no ladra. No es una exageración ni un recurso poético decir que Holmes lee en el libro de la vida, si recordamos que, según el testimonio de su amigo Watson el detective escribió un artículo que se titulaba precisamente así: «El libro de la vida». Galileo dijo que la naturaleza es un libro que está escrito en caracteres matemáticos, los científicos de la Royal Society que ese segundo libro de Dios se lee mediante observaciones y experimentos. Como buen científico experto en el mundo criminal, Holmes lee a todas horas en el libro de la vida y de la sociedad. Es un lector voraz («omnívoro», como él mismo se describe), que nunca deja de leer, excepto en aquellos momentos en los que se abandona a la melancolía y la depresión o se entrega a las drogas, cosa que sucede cuando tiene la sensación de que ya lo ha leído todo. «La carne es triste y yo he leído todos los libros», decía Mallarmé; Holmes asegura con idéntica melancolía, tras resolver un pequeño enigma: «Me salvó del aburrimiento… ¡Ay, ya lo siento abatirse de nuevo sobre mí! Mi vida se consume en un prolongado esfuerzo por escapar de las vulgaridades de la existencia. Estos pequeños problemas me ayudan a conseguirlo».
Entre las muchas lecturas de Holmes, es obvio que las de mayor importancia son las que se relacionan con el mundo criminal, es decir, aquellas de las que se ocupa la ciencia forense y la criminología. Hay excelentes libros que han analizado las aportaciones de Holmes a estas ciencias[144], y ya he tratado aquí algunos aspectos, como la antropometría, pero vale la pena recordar algunos ejemplos, para mostrar cómo ese apetito lector de Holmes encuentra letras o signos, frases o huellas, a veces párrafos enteros, en cualquier lugar de ese gran libro de la vida.