El recuerdo como exigencia
Lo que con mucha frecuencia observo en esas manifestaciones públicas, es que los organizadores y ponentes actúan de forma más bien moralista. Muchas veces actúan como si ellos mismos estuvieran fuera o por encima de la situación. También se podría decir que ellos mismos no han llorado. Quien ha llorado personalmente, se ha sentido conmovido y ha mirado a los muertos, no puede pronunciar este tipo de confesiones. Simplemente no va. No obstante existe una cierta presión social al conformismo, de hacerlo así.
GABRIELE TEN HÖVEL Una especie de cultura del recuerdo.
HELLINGER Sí. Yo lo encuentro fatal; en el fondo, lo encuentro fatal. En cambio, lo otro, el mirar a los muertos, el respetarlos, el compartir su dolor y sus lágrimas, es humilde, sencillo y profundo, por lo que tiene un efecto reconciliador, y no sólo para los vivos. En el trabajo con Constelaciones se nota que los muertos, los representantes de los muertos, una vez reciben su honor, se retiran. Su intención no es en absoluto la de intervenir en la vida de manera que los vivos tengan que sentirse abrumados. Una vez se les mira y se les permite mirarnos, inclinándonos ante ellos, interiormente conmovidos, los muertos dejan que los vivos sean libres, y se ponen detrás de ellos como una fuerza sanadora y alentadora.