El bien y el mal
19 de febrero de 1998
La distinción entre libre y, por lo tanto, responsable, y no libre y, por lo tanto, no responsable, es inadmisible. Aunque la culpa sea inevitable, no nos dispensa de la responsabilidad de las consecuencias. Por otra parte, aunque un destino fatal sea sufrido inocentemente, la víctima no acaba siendo mejor que los demás.
Las distinciones del tipo moral tienen un valor limitado para la convivencia humana, y tenemos que hacer ver que estas distinciones son justificadas. A un nivel superior, sin embargo, no es posible mantenerlas. Así, por ejemplo, muchas veces la política moral es una política mala, y la inmoral, es una política buena. No obstante, el inmoral no es libre de hacer el bien mediante la política inmoral; esto resulta independientemente de su querer y de su planificación. Si todo fuera tan fácil, nuestro querer bueno también tendría que producir el bien. Pero así no es. De Stephan Zweig existe una bella leyenda, Con los ojos del eterno hermano, que describe maravillosamente el fracaso inevitable del querer bueno. Quien a estas leyes se somete, tanto en el bien como en el mal se mantiene sereno.