El desprendimiento
27 de julio de 1999
Muchas cosas se están moviendo en tu interior, y quisiera hacerte algunos comentarios al respecto.
Quien expía, no se libera. Quien asiente a la culpa, se encuentra cobijado. Frecuentemente no es más que una culpa infantil, imaginaria, que, en el fondo y mirándolo bien, forma parte del desarrollo. Sin ella se sigue siendo un niño.
También la despedida da cobijo, porque finalmente ya no se fundamenta en lo efímero, sino en algo que permanece, más allá de nuestra vida.
También la herida forma parte de la vida, y también la cicatriz, que indica que la herida está curada, aunque el lugar sigue siendo vulnerable; nos advierte de proceder con atención y con cautela.
El deseo del niño que le pedía a Dios que lo dejara morir, es retirado por el adulto, porque lo comprende como desafío y como intromisión ante Dios. Así se entrega a la vida como un regalo, de la misma manera que posteriormente, cuando sea el momento, se entregará a su muerte, también como un regalo.