Experiencia divina en la psicosis
Alguien contó de un paciente que en la psicosis tenía experiencias divinas, y la terapeuta no sabía cómo manejarlo. Éste sería un ejemplo para ilustrar la interacción entre psicoterapia y conocimiento religioso.
Como terapeuta, mi primera intervención sería averiguar dónde en la familia hubo dos actitudes religiosas opuestas. A continuación elegiría a representantes para aquellas dos personas que defendían las actitudes opuestas, y los pondría el uno al lado del otro. Después, le pediría al paciente que abrazara a ambos y que se imaginara que lo opuesto confluye en su interior formando una unidad. Finalmente se daría la vuelta y cada uno de los representantes le pondría una mano en el hombro. De esta forma se resolvería, quizás, la división. Ésta sería la medida psicoterapéutica.
Sin embargo, para manejarlo bien, también habría que saber algo de las grandes tradiciones religiosas y de las comprensiones que se lograron en la espiritualidad occidental. Algo similar también se aplica a la mística islámica.
En primer lugar, el místico debe saber que toda experiencia religiosa es provisional. Uno de los principios de la mística dice: deja atrás inmediatamente toda experiencia de este tipo y ábrete para algo desconocido. Así me libro de la tentación de tomar en serio una experiencia así. Del conocimiento de esta tradición occidental, el terapeuta saca la fuerza de mantenerse distante de tales experiencias, tranquilamente, y de facilitarle algo a la otra persona que le ayude a desprenderse de ellas.