Despedida
4 de enero de 1996
Una desesperación así la siente un niño cuando pierde a su madre. En lo que a la separación del marido se refiere, es provechoso enderezarse interiormente y abrirse para algo mejor. Esto se logra con más facilidad cuando se reconoce y se conserva la felicidad experimentada.
3 de septiembre de 1997
En una separación, uno primero recuerda aquello que fue bello, sobre todo, el principio. Se renuncia a la búsqueda de culpas, ni propias ni del compañero. Después, uno se entrega al dolor y al duelo. A continuación, por regla general, lo necesario puede solucionarse de forma objetiva y pacífica.
Aún otro hecho cabe tener en cuenta: en los hijos, uno sigue amando al compañero, igual que en un principio.
13 de enero de 1998
Tu confusión y tu parálisis son comprensibles. Durante la enfermedad de tu ex marido lo cuidaste con tanto cariño, y ahora te duele aún más que te haya abandonado. Te encuentras paralizada porque no te queda ningún recurso y así dependes de la buena voluntad de su pareja posterior. Sólo podrás actuar de nuevo si interiormente te retiras una vez más de tu marido. En ese momento, su pareja ya no tiene ningún poder sobre ti y tú quedas libre. Sobre todo, ya no puedes sufrir ningún daño en tu alma.
Para tus hijos es importante lo siguiente: ellos tienen la posibilidad y el derecho de recibir y de tomar aquello que su padre les dejó en herencia; asimismo tienen que renunciar interiormente a aquello que no les ha dejado. Así, también ellos quedan libres.