Experiencia y pensamiento
20 de diciembre de 1990
Tus reflexiones me impulsaron a indagar sobre la dicotomía entre experiencia y comprensión por una parte, y lo meramente pensado, por otra, teniendo en cuenta también las consecuencias.
En experiencia únicamente pueden convertirse los procesos. También una experiencia comunicada, si se comunica de acuerdo con la vivencia, lleva a la experiencia. Por eso, también es innecesario demostrar las experiencias, ya que éstas se demuestran por el proceso que se convierte en experiencia.
Las ideas las puedo seguir sin que haya ninguna correspondencia con una realidad experimentable. Pueden ser bellas y concordantes e interesantes, sin que necesariamente tengan que ser verdaderas. El peligro surge cuando mido mi experiencia en mis ideas, comparándola con ellas. Entonces creo en mis ideas en vez de fiarme de mi experiencia. Este proceso alberga el peligro del enajenamiento. Por tanto, si uno abandona tales ideas a favor de una experiencia, este paso conduce a la experiencia de plenitud y de ganancia. En cambio, si abandono una experiencia que resulta de un proceso vivido y de una comprensión, sólo porque pienso algo diferente, este paso se experimenta como una huida del centro y como una pérdida.
En la comprensión, la experiencia cuaja en el alma; siempre conduce al recogimiento, y si se comunica, lleva a la realización que centra. La idea, aunque sea una reflexión sobre una experiencia, en comparación con la comprensión tiene un efecto de menoscabo. En comparación con la comprensión, que es plena y simple, parece pálida y complicada.
14 de mayo de 1992
Lo que, como verdad del alma, en la realidad del acto se muestra real, es lo que cuenta al final, y siempre es una tendencia a abandonar lo habitual para embarcarse en una osadía. Así, la verdad se muestra como algo nuevo en cada uno, pero no obstante es siempre lo mismo. De nada sirven entonces ni el cuestionar ni ninguna objeción. Lo que sí sirve es el intercambio de experiencias que fueron osadas y serias.
17 de mayo de 1995
Hace poco, alguien me regaló el libro Feldweg-Gespräche (Conversaciones en la senda de campo), de Heidegger. Al leerlo, por primera vez me percaté del profundo abismo que media entre nuestro pensamiento habitual —Heidegger lo relaciona con la Ciencia y la Técnica — y el pensamiento original, que requiere una actitud de fondo totalmente distinta: carece de todo querer, se deja mirar en vez de mirar, es totalmente sereno, «despreocupado» (ésta es mi palabra). De acuerdo con esta comprensión, la ecopsicología no sería más que una variante del pensamiento técnico, e igual que cualquier otro pensamiento técnico, en sus resultados sería vana para lo esencial.