Contradicciones
HARTMUT WEBER A pesar de todo, para mí hay una gran diferencia entre lo que usted está describiendo y aquello que las iglesias convencionales ofrecen. Usted mismo viene de la Iglesia Católica, durante mucho tiempo desarrolló su actividad en una orden, y estudió teología. ¿Fue un desarrollo paulatino el que le llevó a su actual comprensión de la religión o hubo una ruptura en algún momento?
HELLINGER Fue un desarrollo gradual. Mirando al individuo, cómo se va criando en su religión, el uno, en la católica como yo, el otro, en la protestante o en el Islam, en el fondo, su religión es una parte de la cultura a la que pertenece. O es un valor muy estimado en su familia. Por tanto, la religión es algo que le llega junto con la familia. También se podría decir que es como una revelación a la que se somete sin tener ninguna visión propia. La persona cree algo que forma parte de la tradición, sin mirar ni decidir por ella misma. Esta religión es parte de su desarrollo o de su socialización. Y está bien así, porque es algo que la vincula y la enriquece. De hecho, en todas estas religiones se realizan valores muy altos.
Sin embargo, cuando el individuo sigue desarrollándose, al cabo de un tiempo topa con un conflicto. Por ejemplo, si mira a la Naturaleza y toma en serio lo que también las diversas Iglesias enseñan de ella —es decir, que es obra de Dios— y si, al mismo tiempo, escucha aquello que se predica como revelado, y compara ambos hechos, verá una contradicción. Así, si toma en serio lo primero, tiene que cuestionar lo segundo. Y a la inversa, cuando toma en serio lo supuestamente revelado, tiene que poner en cuestión el mundo tal como se le presenta. A este respecto aportaré un ejemplo. Como hombres experimentamos una gran necesidad de justicia. Esta necesidad es innata en nosotros; forma parte de nuestro bagaje anímico y sólo por esta necesidad son posibles la comunicación y el intercambio entre las personas. Es decir, cuando alguien me da algo, siento la necesidad de darle también algo, y así establecemos un intercambio y podemos formar una comunidad. Ahora bien, si miro la Naturaleza y en ella busco la justicia, me doy cuenta de que el mundo se rige por otras leyes que la justicia. No obstante, muchas personas afirman que Dios, si existe, debería ser justo, porque ésta es nuestra necesidad. Por tanto, de nuestra propia necesidad transferimos algo a Dios, lo cual considero inadmisible. Todas las preguntas de: «¿Cómo es posible que Dios permita esto?», nacen de esta necesidad. En cambio, si únicamente miro el mundo y lo tomo en serio, veo que no puedo penetrar ni solucionar el misterio de la justicia y de la injusticia, tal como nosotros las entendemos. Y eso es duro. No obstante, si encaro este hecho, su efecto sobre mí es mucho más profundo que si clamo por el Dios justo pretendiendo que sea justo.