La expiación sustituye la relación
Mediante la expiación evitamos encarar la relación, ya que a través de la expiación tratamos la culpa como un asunto en el que se paga el daño con algo que nos cueste personalmente. ¿Pero qué puede conseguir esta expiación cuando he cometido una injusticia con una persona, llevándola a la desgracia y causándole daños irreparables? Sólo puedo procurar mi propia descarga a través de la expiación dañándome a mí mismo y perdiendo de vista al otro. Puesto que si centro mi atención en el otro, tengo que reconocer que con mi expiación pretendo borrar algo que no puede ser disuelto.
Lo mismo se aplica a la culpa como responsabilidad personal. Frecuentemente, una madre pretende expiar un aborto o la pérdida de un hijo por otras razones, contrayendo una enfermedad mortal o abandonando la relación con el marido y padre del niño, o renunciando a relaciones posteriores. También la expiación de una culpa personal se realiza de manera inconsciente, incluso a pesar de su negación o de la explicación a un nivel consciente.
A veces, aparte de la necesidad de expiación, las madres desarrollan el deseo de seguir al hijo muerto, de la misma manera que un hijo desea seguir a su madre muerta. Pero —así podemos suponer— también un hijo que murió por culpa de la madre, le dice: «Mejor que sea yo que tú.» Así, pues, si la madre, para expiar su culpa, cae enferma o muere, la muerte del hijo ofrecida por la madre fue en vano.
También en la culpa personal la solución consiste en sustituir la expiación por actos de reconciliación. Esto se logra mirando a los ojos a la persona que fue tratada injustamente o a la que se causó un daño grave. Así, por ejemplo, la madre debe mirar al hijo abortado, o no reconocido, o abandonado, hasta que aparezca ante ella como una persona real, y decirle: «Lo siento», y: «Ahora te doy un lugar en mi corazón», y: «Lo repararé hasta donde aún pueda hacerlo», y: «Quiero que participes en lo bueno que hago en tu memoria, pensando en ti». Así, la culpa no sería en vano, ya que lo bueno que la madre —o quienquiera que sea— realiza en memoria de este hijo, teniéndolo presente, se realiza con el hijo y a través de él. Éste tiene parte en los actos de la madre y, durante un tiempo, permanece unido a ella.