El dar y el tomar en toda relación humana
HELLINGER Me gustaría deciros algo sobre Dios: es algo muy osado, muy atrevido. Hay muchas personas que hablan de Dios como si supieran algo de él. Yo no sé nada de él, pero sé algo de los hombres y sé algo de lo que ocurre en las almas de las personas. Algo que ocurre en las almas de las personas es una necesidad profunda de compensación muy simple. Cuando alguien me hace un regalo, por muy bello que sea, yo siento una profunda necesidad de compensar el regalo. Me siento inquieto hasta que también yo le haya hecho un regalo al otro. Y en cuanto yo le haya dado algo me siento libre. Y esta necesidad de compensación es la base de toda relación. Sin esta necesidad de compensación no puede haber intercambio entre personas, entre el hombre y la mujer, entre padres e hijos... En todas partes actúa esta profunda necesidad de compensación. Esta necesidad de compensación se une al amor. Cuando el hombre le regala algo a la mujer, ella siente la necesidad de regalarle algo también, y dado que le quiere, le da un poquito más. Así, él tiene la necesidad de compensar y dado que él la quiere le da un poquito más. Así, por la unión entre compensación y amor, el intercambio aumenta. Y con el aumento del intercambio crece la felicidad. Éste sería el secreto de una relación de pareja. Entre padres e hijos, los padres dan tanto a los hijos que los hijos no tienen la posibilidad de llegar a una compensación. Entonces, su inquietud, ¿qué hace en los hijos? Se casan, traspasando luego a sus propios hijos lo que de sus padres recibieron. Y así, la necesidad de compensación permite que los padres les den tanto a sus hijos. Es una cosa muy bonita, ¿no? Esta necesidad profunda de compensación tiene una importancia muy grande para nuestras relaciones. Pero también existe el lado oscuro. Cuando alguien comete algo grave conmigo, también siento la necesidad de compensarlo; por tanto, estoy pensando en vengarme. Ahora bien, algunos no conocen el secreto de la buena compensación negativa. Algunos la manejan igual que la compensación positiva. Si alguien comete una injusticia conmigo o me daña, yo no solamente le devuelvo lo mismo, sino, como me siento justificado, aún aumento un poco más. Así, el otro recibe el derecho de devolverme la injusticia y, como él se siente justificado, aún un poquito más. Y así aumenta el intercambio negativo. Sin embargo, hay una regla muy simple: hay que unir la venganza al amor. Si a mí me hacen algo, yo también tengo que hacer algo, pero como quiero a la otra persona, le hago un poco menos de daño. Así, el otro ya no tiene el derecho de hacerme nada. Todo lo contrario, puede reiniciarse el intercambio positivo. Quien no devuelve la injusticia, pone en peligro el amor. El perdón de la injusticia acaba con el intercambio positivo. Hay que vengarse, pero con amor. Hasta aquí de las relaciones humanas.