Fe y Amor
Un hombre, en sueños, oyó una noche la voz de Dios, diciendo: «Levántate, toma a tu hijo, tu único y bienamado, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto.»
Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Cogió al niño, lo llevó al monte, construyó un altar, le ató las manos y sacó el cuchillo para sacrificarlo. Pero en ese momento oyó otra voz, y en lugar de su hijo sacrificó un cordero.
¿Cómo mira el hijo al padre?
¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?
¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ellos a Dios?
¿Y cómo los mira Dios —suponiendo que exista— a ellos?
También otro hombre, por la noche, oyó en sueños la voz de Dios, diciendo:
«Levántate, toma a tu hijo, tu único y bienamado, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto.»
Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Y le respondió, cara a cara: «¡No lo haré!»
¿Cómo mira el hijo al padre?
¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?
¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ellos a Dios?
¿Y cómo los mira Dios —suponiendo que exista— a ellos?