El servicio
Estoy profundamente convencido de que cada uno de nosotros se halla al servicio de algo más grande, sea como sea. Por tanto, tampoco nadie puede sustraerse a este servicio. Ni siquiera por una culpa. Cuando alguien se hace culpable, se le requiere para el servicio a través de la culpa. Esto es difícil de encajar. Si el culpable lo ve así y dice: «Estoy llamado a un servicio a través de mi culpa, y a pesar de todo, llevo las consecuencias» —ya que esto forma parte—, la persona está en perfecta concordancia. También como culpable o como malo. Así, la pregunta por la responsabilidad resulta vana. No es cuestión de la libertad personal de cada uno si es bueno o malo. El llamado bueno, quizás tenga la suerte mejor, pero no es superior. En lo más profundo existe una concordancia elemental entre todos los hombres; allí, todos los hombres son iguales. Todos están llamados a un servicio, el uno, de una forma, el otro, de otra. Así puedo sentir empatía para cada uno, porque me pongo a su lado. Puedo sentir con los malos, puedo sentir con los enfermos, puedo sentir con los grandes. Puedo ponerme a su lado. De esta sintonía con lo más profundo nace la fuerza, y con esta fuerza se puede conseguir mucho.