Jenna: Recuerdo que me llamaban Mozzarella. Mi pelo estaba realmente largo y decolorado de blanco a causa de los desfiles, y me lo rizaba. Así que me apodaron Mozzarella porque parecía una trenza de queso, y quizá también por mi apellido, Massoli.

Larry: ¿Por qué dejaste de participar en desfiles?

Jenna: Tan sólo porque quería cambiar. Yo era la única chica que no tenía madre durante los desfiles y todas murmuraban a mis espaldas. Era la misma mierda de siempre: incluso si ganaba, la gente acababa odiándome más. Era irritante. Sólo llegué, vi y vencí, y luego me marché. Así que me dije a mí misma: «Vale, Jenna, has de concentrarte en ser popular en el colegio».

Larry: ¿Y con qué resultados?

Jenna: No vi resultados hasta cumplir los quince. Me llevó unos años más de práctica. Hasta mi primer día de bachillerato, no dejé de planear todo lo que haría llegada la nueva etapa. Pero al principio fracasé por completo. No conversaba con nadie. Durante el primer día vomité en el cubo de basura del lavabo pues estaba todo el tiempo asustada.

Tony: Eso fue cuando nos mudamos otra vez a Las Vegas y vivíamos en casa de la abuela porque no teníamos dinero. Yo compartía habitación contigo. Papá ocupaba el dormitorio y la abuela dormía en un sillón del comedor.

Jenna: No creo que nadie recuerde siquiera que existí aquel primer año. Sentía como si fuera transparente. Pero al cabo comprendí que me sería más sencillo hacerme amiga de la gente en actividades extracurriculares que durante las clases. La mayoría de las chicas en el equipo de animadoras eran maliciosas, pero la capitana se hizo muy amiga mía. Era estudiante del penúltimo curso y, hacia el final del año, venía a conversar conmigo después de mis clases. Todas mis compañeras lo vieron y se mostraban admiradas.

Entonces, hacia el verano, empecé a pasarlo bien. Mis pechos se volvieron enormes, como copas de champaña. Había pasado tantos años sintiéndome físicamente inferior al resto que cuando la situación cambió asumí que era el tiempo de la revancha. Me ponía todo el tiempo camisetas muy estrechas sin sostén, porque quería que todas las demás lo notasen. Pero ¡joder!, cuando ya empezaba a volverme popular nos mudamos otra vez.

Larry: Fue cuando nos trasladamos a Montana. Vosotros dos os estabais volviendo bastante salvajes y quería que estuvieseis lejos de Las Vegas. Quería llevaros a un sitio donde pudiésemos sentir los auténticos Estados Unidos. Tony y yo fuimos bastante felices en el rancho, pero tú lo odiabas.

Jenna: Te inventaste ese esquema mental y de pronto dijiste: «Vale, voy a comprar un rancho ganadero y vamos a criar ganado». Mmmm, papá… ¿No te entraba en la cabeza que yo soy una «chica de ciudad»?