TRANSCRIPCIÓN DEL CÓMIC
Capítulo 9
Jenna Jameson y sus heridas
Bailarina desnudista
¡Ser una bailarina no es todo brillo y glamour! Hay una multitud de inconvenientes profesionales que por lo general la gente ignora. Las heridas pueden producirse en el escenario en cualquier momento. Echemos aquí un vistazo a las heridas de una bailarina.
A veces, cuando estás aferrada al poste en posición invertida puedes descender demasiado rápido y golpearte la cabeza contra el metal. Me he golpeado tantas veces que debo de tener daño cerebral.
Muchas bailarinas son delgadas, cada vez que curvan la espalda sus vértebras sobresalen, de modo que cuando realizas un movimiento como rodar sobre tu espalda levantando las piernas, tus vértebras se aplastan contra el suelo acrílico produciéndote quemaduras y magullones en los huesos. He llegado a casa con la columna vertebral tan hinchada que parecía un dinosaurio.
Cuando gateas por el suelo con tus rodillas, se te produce la quemazón escénica. Te lastima y forma costras que los hombres tienden a considerar poco atractivas. Por eso empecé a utilizar rodilleras, que no sólo previenen las abrasiones sino que te permiten deslizarte y resbalar por el suelo con fluidez.
Prácticamente toda bailarina sufre los magullones que se producen en el interior de los muslos a causa de aferrarse al poste, y en cualquier otra parte por golpearse contra el suelo acrílico. De hecho, te lastimas todos aquellos puntos en los que tu cuerpo entra en contacto con una superficie sólida. Ése es uno de los motivos por los que tantas strippers se broncean: para camuflar los daños.
¡Hay tantas cosas diferentes que pueden engancharse con un piercing! Lo peor de todo es cuando atrapas el piercing de tus pezones con tu pelo cuando meneas la cabeza. No sé cuántas veces habré descendido del escenario con sangre manando de un pezón. Recomiendo desinfectar con alcohol, pues el escenario es muy sucio.
He visto a chicas a quienes les explotaban sus implantes de pecho a causa de una caída, o un resbalón, o un mal golpe contra el poste. Cuando estás en escena, la adrenalina fluye a tal velocidad que no siempre le prestas atención al dolor.
Cuando tratas de coger el poste es frecuente que te rompas una uña. No es muy distinto a pillarse un dedo jugando a baloncesto.
Llevar siempre zapatos con plataforma y tacones en punta es uno de los puntos más peligrosos del trabajo.
Prácticamente todas las bailarinas tienen juanetes, callos y huesos sobresalidos en los talones. Y todas aprenden a vivir con torceduras en los tobillos.
Tus rodillas se hinchan todo el tiempo debido a la presión sobre los talones. No conozco a una sola bailarina que no haya tenido que ir al doctor para extraer líquido de su rodilla.
También han de entablillarte repetidas veces la espinilla debido a la presión que recibe aguantando el resto de tu cuerpo.
Y se te forman tejidos musculares degenerativos en las puntas de tus pies, que presionas tan fuerte contra el zapato.
Pero el auténtico anticristo es el dolor en la parte inferior de la espalda. Ése es el apocalipsis…
¡Ojalá a los hombres les parecieran sexys las zapatillas deportivas!
Todas las strippers que conozco tienen problemas en el cuello. Después de todo, ¿cuál es el principal movimiento de una stripper? Si no sabes bailar, azotas con tus cabellos de aquí para allá: el efecto es muy teatral. Y si lo haces lo suficiente sufres una hernia de disco, que yo padezco, y que puede transformarse en un mal degenerativo.
Toda articulación acaba causándote problemas, sobre todo tus caderas por inclinarte permanentemente. Tiendes a perder una buena porción de tejido cartilaginoso al efectuar contorsiones en esas posiciones tan antinaturales.
La articulación de rotación en el hombro representa otra complicación para la mayoría de las bailarinas. Generalmente se daña al escalar el poste, descender por él o colgarse del mismo. Varias veces las chicas salen a escena sin calentar, de modo que apareces allí fría y fuerzas todos tus músculos. Cada vez que pongo las manos sobre mi cabeza puedo escuchar cómo me cruje el hombro.
Cuando pasas tanto tiempo en el suelo de rodillas, tu cuerpo empieza a crear una defensa natural. Eso sólo empeora las cosas, pues desarrollas depósitos de calcio justo debajo de las rótulas.
Cuando yaces de espaldas en el suelo y abres las piernas, te apoyas exactamente sobre el hueso sacro. Por eso muchas bailarinas tienen problemas en el sacro, pues lo frotan todo el tiempo contra el escenario. La zona de mi hueso sacro se hincha con frecuencia. Mi fisioterapeuta dice que la molestia se debe también a caminar con tacones altos, que disloca la pelvis. De hecho, cuando te pones de pie con el cuerpo inclinado hacia un lado, puedes ver un bulto. A todos les parece muy atractivo, pero eso no es cierto. Es una herida. Yo la llamo «mi bola de nieve».
Por supuesto que hay otros problemas que no tienen nada que ver con los zapatos o el baile: sufres problemas en la piel debido a todo el maquillaje que has de ponerte encima. También sufres migrañas crónicas a causa de las resacas.
Algunos de los clubes pinchan la música a un volumen tan alto que es como estar en un concierto. Y cuando sales a escena, estás tan cerca de los altavoces que muchas de las chicas acaban con problemas de audición. Cada noche, al acostarme, siento zumbidos en los oídos.
Sufres magullones en el culo a causa de todos los tíos que te lo pellizcan.
Y muchas chicas sufren esquizofrenia aguda debido a todas las conversaciones imbéciles que deben mantener. Por no mencionar las gargantas irritadas de tanto preguntar: «¿A qué te dedicas?».
—Un día fundaré un hogar de retiro para strippers. Podremos sentarnos en círculo en nuestras sillas de ruedas y quejarnos acerca de los buenos viejos tiempos, inhalar geritol en el lavabo…
… y pellizcarles el culo a los enfermeros cada vez que se acerquen.