Larry: Siempre has vivido en casas enormes. Siempre tuviste piscina. Y coches estupendos. Y siempre te has vestido con lo mejor.
Jenna: Eso no lo sé, papá.
Larry: En mi opinión, así es. Al menos desde el punto de vista de un policía que gana cuarenta mil dólares anuales. Creo que Florida era horrible.
Jenna: ¡Ugh! ¡Florida era un gueto!
Tony: Recuerdo lo espantoso que me resultaba ir al colegio. Rodeando el patio había una cerca con alambre de espino. Todos los triciclos estaban encadenados a un poste en el centro para que los chicos no pudiesen robarlos. Así que el único modo de jugar con ellos era que todos usásemos los triciclos a la vez, pues estaban atados juntos. Era un espanto. Yo me sentaba en un rincón a lamentarlo.
Larry: Marjorie era una proveedora policial y yo era un agente de policía. Ella estaba en otro pueblo. De modo que ninguno de los dos pasaba mucho tiempo en casa.
Jenna: Pasábamos el tiempo corriendo por las calles y estábamos fuera de casa toda la noche. Era pasmoso.
Larry: Erais muy pequeños.
Jenna: Yo tenía cuatro años, papá. Era apenas un diminuto adorno rubio corriendo detrás de Tony. Estábamos todas las noches fuera en esa enorme extensión de césped.
Larry: ¿Fue entonces cuando metiste la cabeza en la…
Jenna: … escalera? Esa fui yo. Debieron cortar los barrotes. Había esos escalones de cemento fuera, de camino a los apartamentos. ¿Y quién crees que me alentó a colocar allí la cabeza?
Tony: Lo admito. Pero déjame aclarar algo: lo intenté todo para sacarte. Incluso te unté la cabeza con mantequilla. Pero no pude desatornillarte.
Jenna: Lo que ocurre es que cuando algo se atora, se hincha de inmediato. Conque él empujaba hacia atrás y yo le gritaba: ¡Nooooooo!
Tony: Entonces intenté echarte mantequilla derretida en el oído, pero estaba todavía caliente y gritaste más que antes.
Jenna: Tuvo que venir un bombero y cortar los barrotes. Tony siempre me hacía cosas semejantes.
Larry: ¿Recuerdas cuando participé en un tiroteo en los apartamentos Alexander?
Tony: Sí.
Larry: Yo estaba en el distrito y recibí la alerta. Había un tío en nuestro aparcamiento disparando una pistola. Y nos tiroteamos allí mismo.
Jenna: ¿Recuerdas al tío que ocupaba el piso de arriba? Yo solía ir allí todo el tiempo. Era un hombre maduro y afirmaba ser Charlie Daniels[14]. Llevaba un sombrero de cowboy. Y yo iba a su apartamento a tocar su guitarra. Me preparaba un bocadillo y nos quedábamos allí escuchando la radio.
Larry: ¿Cómo es que no me enteré de eso?
Jenna: Porque yo sabía que me metería en problemas si te lo contaba. Pero tenía tanta hambre que iba y le preguntaba:
—¿Podría darme un bocadillo de mayonesa, por favor?
Yo estaba segura de que conocía a Charlie Daniels y que me preparaba bocadillos de mayonesa todos los días.
Larry: Podría haber sido John Wayne Gacy[15].
Jenna: Claro que sí. Pero era tan bueno conmigo. Siempre me daba pequeñas chucherías, como estatuillas y cosas así. Yo las escondía, pues Marjorie solía tirar todas mis tonterías.
Larry: La única persona en el apartamento con la que alguna vez tuvisteis problemas fue ese chico Glen.
Tony: ¿Glen, el que iba a sexto grado?
Jenna: Sí, el tío que me golpeó la cabeza con la puerta corredera de cristal.
Larry: Creo que ésa fue tu primera pelea importante.
Tony: Todos los días después de la escuela ese crío me abordaba, me propinaba un golpe en el estómago y me daba puñetazos en la nariz hasta hacerme sangrar.
Larry: Por fin Tony vino a contarme. Abrí la puerta del frente y le dije:
—Ve a donde está ese imbécil y rómpele el culo. Y si aún no lo has hecho, no regreses, pues seré yo quien te lo haga a ti.
Tony: Planeé el ataque como una estrategia militar. No fui al colegio y lo esperé todo el día. Glen pensó que yo estaba enfermo. Cuando salió del autobús escolar llegó bajo la escalera. No bien pasó debajo de mí dejé caer un ladrillo justo sobre su cabeza. ¡Crash! Y entonces lo llevé a un costado del edificio y empecé a darle puñetazos. Varios adultos salieron e intentaron detenerme, pero llegó mi papá con su uniforme policial y dijo:
—Que ninguno de vosotros toque a mi hijo. Este otro crío lo golpea todos los días y he decidido permitirle afrontar el problema.
Jenna: Después de eso, de hecho, acabamos siendo amigos de Glen.
Larry: Una de las mejores historias vuestras fue cuando ese tío intentó tocar a Jenna mientras estabais jugando a la pídola.
Tony: Sí, Ken. Le tocó el coño, o pretendió hacerlo.
Larry: Así que fuisteis a su casa (sin decirme absolutamente nada) y llamasteis a la puerta. Atendió el padre y le dijisteis:
—¿Está Ken en casa? ¿Puede salir un momento?
Y no bien Ken salió lo hicisteis pedazos.
Tony: Y entonces alguien intentó propasarse con Jenna en la escuela. ¿Recuerdas que fui a golpearle mientras él todavía estaba en su clase? Lo golpeaba y la maestra vino corriendo y empezó a estrangularme contra la pared. Así que le di un puñetazo.
Jenna: Era la señorita Bland.
Larry: ¿Cómo te acuerdas de eso?
Tony: Y luego vino el director, y el bibliotecario me dio un fuerte golpe. No me permitieron volver a pisar esa escuela.
Jenna: Era una constante que intentases protegerme.
Tony: ¿Pero por qué nos peleábamos tanto?
Jenna: También nos divertíamos. Nos divertíamos mucho.
Tony: Suena espantoso, pero no lo fue realmente.
Larry: Cada vez que Jenna estaba a nuestro alrededor acabábamos golpeando a alguien.
Tony: Sigue siendo así.