Lunes, 19 de abril de 2004
Lee vino unas cuantas horas el domingo pero, aparte de eso, estuvo trabajando, o haciendo lo que fuera que hiciera cuando no estaba en casa. Cuando entró el domingo por la noche, creí que iba a volver a pegarme, pero parecía bastante contento, encantado de haberse conocido, como si hubiera sido realmente inteligente.
—¿Por qué cambiaste las cerraduras? —preguntó como si nada, mientras almorzábamos.
Me puse tensa.
—La verdad es que no lo sé —respondí alegremente—. Después de lo del robo, ya sabes… Creí que estaría más segura.
—¿Ibas a darme una llave nueva?
—Claro.
Se echó a reír, aunque a mí no me parecía gracioso.
Al llegar al trabajo por la mañana, le había enviado un correo electrónico a Jonathan Baldwin pidiéndole más detalles sobre el tipo de persona que buscaba y esa misma había recibido la respuesta:
Catherine:
Me alegro de que me hayas contestado. La verdad es que en principio estoy buscando a alguien que me ayude a poner en marcha la sucursal de NY. A ser posible, alguien con un poco de experiencia en consultoría, aunque lo más importante es que sea una persona entusiasta, comprometida y lo suficientemente flexible como para identificar oportunidades cuando estas surjan. Recuerdo que, hace años, parecías el tipo de persona que acabaría dirigiendo alguna gran empresa por ahí.
Puedo conseguirte un visado L1 de traslado y también he alquilado temporalmente un apartamento en el Upper East Side (nada demasiado espectacular, pero tiene un balcón que da al sur, lo cual es bastante infrecuente). En un futuro podría surgir la posibilidad de que pudieras convertirte en socia de la empresa, si las cosas van bien.
Lo malo es que necesito a alguien rápidamente: no dejo de recibir llamadas de NY con oportunidades de negocio que estoy teniendo que rechazar debido a mis compromisos en Reino Unido, así que cuanto antes encuentre a alguien y pueda poner en marcha la oficina, mejor.
¿Alguna idea?
Saludos,
Jonathan.
Me preguntaba si podría hacerlo. Si sería capaz de solucionarlo todo por teléfono y correo electrónico, aprovechar para hablar con él desde el trabajo y comentar las cosas más en profundidad. Podría ser mi oportunidad de escapar. Podría irme y llegar a Nueva York antes de que Lee se diera cuenta de nada. Si lograba mudarme a Nueva York con un contrato temporal, aunque solo fuera de tres meses, ganaría algo de tiempo para decidir qué hacer después. Tal vez podría conseguir una excedencia en el trabajo.
Solo necesitaba el tiempo suficiente para conseguir alejarme de él.