Martes, 25 de diciembre de 2007

Cuando abrí los ojos la mañana de Navidad, el sol brillaba a través de la ventana y me daba en la cara, haciéndome pensar que era verano. Oí a Stuart en la cocina, haciendo repiquetear las ollas, y de pronto recordé que era Navidad y que Alistair iba a aparecer en unas horas.

Stuart observó cómo me sentaba.

—Hola —dijo—. Feliz Navidad.

Tenía puestos los vaqueros y una camiseta gris raída.

—Voy a encender la tetera.

—Será mejor que me levante —dije, todavía acurrucada bajo el edredón y tapada hasta el cuello.

Él vino a sentarse en el sofá, a mi lado, e hizo un imperceptible gesto de dolor al girar el hombro.

—Estaba pensando —dijo, mirándome a los ojos— que puedo llamar a Alistair y cancelarlo, si quieres.

—¿Qué? ¿Cancelar la Navidad?

—Si crees que preferirías estar sola, ya sabes. Por lo de ayer. Estoy seguro de que no le importará.

Le sonreí.

—Eres muy amable, pero no hay problema. En serio.

Subí un poco el edredón, consciente de repente de la poca ropa que aún llevaba puesta. Los recuerdos de haber vomitado y sufrido un ataque de pánico la noche anterior estaban volviendo a mí.

—Entonces será mejor que te vistas —dijo alegremente—. ¿Quieres que baje y te traiga algo de ropa, o la de ayer está bien? Ya está limpia.

Pensé en bajar a mi piso y quedarme a solas mientras buscaba algo que ponerme. Si no hubiera sido por el sol, creo que habría necesitado que me acompañara. Miré hacia la ventana, por la que entraba la luz. Nada malo podía suceder en un día así.

—Creo que no habrá problema. Iré a vestirme y luego volveré.

—Tráete algunas cosas cuando vengas —dijo, mientras se levantaba y se quitaba la camiseta por la cabeza.

—¿Qué tipo de cosas?

—Pues el cepillo de dientes y eso. Por si te quieres quedar esta noche, digo.

No me iba a quedar esa noche. De hecho, Stuart sería afortunado si yo conseguía volver a salir de mi casa. Me pasaría al menos las próximas dos horas haciendo comprobaciones, pensé mientras bajaba la ropa del trabajo, perfectamente doblada, y los zapatos en equilibrio encima, por las frías escaleras.

El piso estaba bien. Frío, porque normalmente a esas horas estaría en el trabajo y la calefacción central se apagaba a las seis. Las cortinas estaban perfectamente, como las había dejado, todo en el piso estaba como debería estar. Hice la ronda de comprobaciones mientras pensaba lo raro que era hacerla con una camiseta y un pantalón de chándal de Stuart puestos, que me quedaban flojos en la cintura.

Una vez comprobado todo tres veces, me di una ducha para entrar un poco en calor y lavarme el pelo para que recobrara de nuevo un aspecto presentable. Rebusqué en el armario preguntándome si en realidad tenía algo que no hiciera que pareciese que estaba en la cincuentena, o que intentara ocultarme bajo un montón de tela informe.

Acabé encontrando una parte de arriba negra ajustada que solía ponerme bajo el traje para ir a trabajar y una falda lo suficientemente corta como para resultar bastante atrevida. Y unas medias negras. Parecía una aprendiza de ninja. Por fin, en el fondo de un cajón, apareció una chaqueta de cachemir rosa claro. Al menos eso me cubriría las cicatrices de los brazos. En lugar de abrocharla, me la até a la cintura.

Observé con tristeza mis prácticos zapatos: todos ellos eran perfectos para llevar con pantalones, muy adecuados si alguna vez sentía la necesitad de echar a correr, pero no precisamente bonitos.

Qué demonios, de todos modos no necesitaba zapatos, solo iba al piso de arriba.

Me sequé el pelo con la toalla y me di un poco de maquillaje, solo un poco, tampoco quería asustarlo, después de todo. Cuando acabé, me eché un vistazo en el espejo. Tenía un aspecto muy raro y estaba muy delgada. No parecía yo en absoluto. Si él venía a buscarme, tendría suerte si me reconocía.

No quería pensar en eso. Busqué una bolsa y metí algunas cosas básicas en ella: un cepillo de dientes, unos pantalones cortos y una camiseta, ropa interior limpia. Solo lo necesario para no tener que bajar más tarde si no quería hacerlo.

Dejé la bolsa justo al lado de la puerta para tenerla a mano y empecé con las comprobaciones.