Miércoles, 31 de octubre de 2007
Erin llevaba de pie en el umbral de la puerta casi un minuto. Podía ver su reflejo en el cristal oscuro de la ventana. Continué desplazándome por la hoja de cálculo que tenía en la pantalla, mientras me preguntaba cómo era posible que fuera de noche cuando había venido a trabajar por la mañana y que ya volviera a serlo de nuevo.
—¿Cathy?
Giré la cabeza.
—Perdón —dije—, estaba en otro mundo. ¿Qué?
Ella se recostó contra la puerta con una mano en la cadera y la larga cabellera rojiza estirada hacia atrás con severidad formando un moño.
—Te he preguntado si estás acabando.
—Aún no, ¿por qué?
—No olvides que esta noche es la fiesta de despedida de Emily. Vendrás, ¿no?
Me volví a girar hacia la pantalla.
—La verdad es que no estoy segura, tengo que acabar esto. Tú vete, yo intentaré ir más tarde, si puedo.
—De acuerdo —dijo finalmente. La mujer zapateó de forma ostensible, aunque no hizo demasiado ruido con aquellos tacones.
«Esta noche no», pensé. «Precisamente esta noche no. Ya me va a costar ir a la puñetera fiesta de Navidad, como para salir por ahí para celebrar que alguien se va, alguien a quien apenas conozco. Llevan planeando la fiesta de Navidad desde agosto. Desde mi punto de vista, finales de noviembre es demasiado pronto para una maldita juerga nocturna navideña, pero es la fecha que todos han elegido. No han dejado de ir de fiesta en fiesta desde entonces, y seguirán hasta Navidad. Tarde o temprano, voy a tener que ir si no quiero arriesgarme a escuchar comentarios sobre mí acusándome de no “jugar en equipo”, y Dios sabe que necesito este trabajo».
Cuando la última persona se fue de la oficina, cerré la hoja de cálculo y apagué el ordenador.