Lunes, 17 de noviembre de 2003

A primera hora de la mañana, justo antes de hacerse de día, justo cuando estaba a punto de quedarme dormida, él se acercó más a mí, apretando los dientes de dolor.

—Catherine —me susurró al oído.

—¿Mm?

Silencio. Abrí los ojos y distinguí su silueta, que estaba cerca de mí.

—Te he mentido —dijo.

Intenté incorporarme, pero él me lo impidió.

—Escúchame. Te he mentido en relación a lo que hago. No solo trabajo en la puerta del River, también hago otras cosas.

—¿Qué otras cosas? —susurré.

—No puedo decírtelo, todavía no. Lo siento y te prometo que nunca más te volveré a mentir sobre nada.

—¿Por qué no me lo puedes decir?

—Por muchas razones.

—¿Alguna vez podrás decírmelo?

—Es posible. Pero todavía no.

—¿Es algo malo?

—A veces.

Se produjo un silencio. Noté su mano acariciándome el pelo, retirándomelo de la cara con increíble dulzura.

—Si me preguntas cualquier otra cosa, te contestaré —dijo.

—¿Estás casado? —pregunté.

—No.

—¿Estás con alguien?

—No.

Reflexioné sobre aquello unos instantes.

—¿Voy a lamentar haberme enamorado de ti?

Él se rio un poco y me dio un beso en la mejilla, con mucha suavidad.

—Probablemente.

—¿Eres bueno o malo?

—Eso depende de si tú eres buena o mala.

Valoré aquella respuesta y llegué a la conclusión de que era inteligente.

—¿Vas a aparecer en mi casa apaleado regularmente?

—Espero que no.

—¿Qué le pasó al otro tío? Con el que te peleaste.

Silencio.

—Está en el hospital.

—Ah.

—Pero se pondrá bien.

—¿Voy a poder presentarte a mis amigos?

—Aún no. Pero supongo que pronto. Si quieres.

Me pasó la mano por la mejilla, por el lateral del cuello y por la piel desnuda, tocándome con suavidad y cariño.

—¿Alguna otra pregunta?

—¿Crees que podrías volver a hacerme el amor?

Su boca sobre la mía.

—Creo que podría intentarlo.