Viernes, día 5
SEMANA 26
MÚSICA
La Sinfonía n.º 9,
Coral, de Beethoven
En 1792, Ludwig van Beethoven (1770-1827) comenzó a estudiar con Franz Joseph Haydn y posteriormente con Antonio Salieri. Beethoven era un pupilo arrogante e impertinente famoso por sus improvisaciones apasionadas al piano. Muchos críticos afirman que alcanzó la madurez como compositor cuando aprendió a combinar su celo y amor por la música con la lógica de las formas clásicas.
El estricto respeto a las formas clásicas de Beethoven llegó a su fin en 1810, cuando se sumió en la más profunda desesperación y alienación debido a sus graves problemas de salud, la pérdida de audición y su soledad. Tocó el piano por última vez en 1814, y desde 1819 todas sus conversaciones fueron con notas escritas.
Fue en esta situación, en los últimos años de su vida, cuando Beethoven escribió la Sinfonía n.º 9, Coral (1824), una expresión admirable de su pasión creativa plasmada sobre la partitura cuando ya estaba completamente sordo, y una última demostración de su amor por la música y de su pasión artística.
La pieza, de más de una hora de duración, está compuesta por cuatro movimientos que comienzan con una apertura dramática adherida sólo de refilón a la fórmula clásica. Conduce a un movimiento lento y ligero de scherzo (una forma de baile), y a continuación llega una sección de adagio lento, un momento de tranquilidad extenso, delicado, casi prudente, antes de que irrumpa la tormenta final.
El movimiento final de la sinfonía Coral es uno de los más grandiosos finales de todos los tiempos y es conocido prácticamente en todo el mundo. Es la primera vez en la que una sinfonía recurre a toda una coral junto a la orquesta al completo. Cuando el coro empieza a interpretar la Oda a la alegría, un himno extático a la vida, la música va creciendo lentamente hasta el movimiento de clímax eufórico y atronador.
OTROS DATOS DE INTERÉS
1. El texto de la Oda a la alegría en la que se incluyen frases como «¡Alegría, hermosa chispa de los dioses, hija del Elíseo! ¡Ebrios de ardor penetramos, diosa celeste, en tu santuario!», tiene su origen en un poema de 1785 del poeta alemán Friedrich Schiller.
2. Según la leyenda, cuando Beethoven se moría, al poco de terminar la Sinfonía n.º 9, hubo una tormenta en Viena. El compositor yacía inconsciente sobre su cama, y en el momento en el que sonó un relámpago, se incorporó de repente, agitó su puño hacia el cielo y cayó sin vida.