Cómo recibir críticas de los niños
A la mayoría de los adultos les molesta que los jóvenes los critiquen. Los padres, especialmente, interpretan las críticas de sus hijos como prueba de falta de respeto, rebeldía, desafío, o de una actitud de «sabelotodo». Son raros los padres que no han respondido a una crítica diciendo:
—¡No te atrevas a decirme eso! —o—: Ya lo entenderás cuando crezcas.
Y, de la misma manera que los niños equiparan las críticas de sus padres con falta de amor, algunos padres toman la crítica del niño como signo de que éste no los quiere. Los niños no tienen capacidad para expresar diplomáticamente sus críticas; por lo común, son brutalmente directos. No es de asombrarse, pues, que el proceso en su totalidad sea, con frecuencia, destructivo e ineficaz.
Sin embargo, no es posible ignorar las críticas de los niños, que están motivadas por los mismos factores que llevan a sus padres a criticarlos: comunicar necesidades, cambiar el comportamiento, obtener satisfacción o poner término a la insatisfacción. Pero los niños tienen un problema adicional: da miedo, y en ocasiones es peligroso, criticar a una persona tan poderosa como los padres. Es más, se trata de un problema que puede persistir durante toda la vida. Piense el lector en lo difícil que puede resultarle todavía a él, como adulto, criticar a sus padres. Por más mayores que seamos, en ese sentido, por lo menos, seguimos siendo niños.
¿Cuál es la mejor manera de responder a la crítica de un chico? Para empezar, valerse de las habilidades básicas que hemos bosquejado antes: estimar la validez de la crítica, mantener bajo control sentimientos y emociones. Negarse a aceptar la postura estereotipada según la cual «yo puedo criticar a mis hijos, pero ellos no pueden criticarme». Y ser sensible a las orientaciones especiales que enumeramos:
Demuestre su propio interés, preocupación y compromiso. Aunque a veces podemos hacer dos cosas al mismo tiempo, los niños tienden a sentir que si uno no les presta atención exclusiva, entonces no les presta atención en absoluto. Por eso es importante dejar cualquier cosa que uno pueda estar haciendo para concentrarse en las palabras del chico. Nuestra atención es para él testimonio de interés, preocupación y compromiso.
Ayude a su hijo a aclarar lo que trata de decirle. Es frecuente que los adultos consideren «machacona» la crítica de un chico, ya sea porque no entienden o no responden a lo esencial de lo que está diciendo el niño, con lo que obligan a éste a repetir la crítica.
Julie, mi hija adolescente, se quejaba de mi porque no quería comprarle cierta marca de tejanos —relató una madre—. Cuando le expliqué que como ya tenía cuatro pares, me parecía innecesario comprarle otro, me dijo que yo era injusta. Yo no pude ver qué tenía que ver la justicia con eso hasta semanas después, cuando Julie volvió a acusarme de ser injusta y no interesarme por ella.
«¿Por qué injusta?», le pregunté con exasperación.
«Porque en la escuela todas las otras chicas usan el nuevo estilo de tejanos y se burlan de mí porque no los tengo». Estaba a punto de hacer el comentario habitual, que a mí no me importaba lo que usaran las otras chicas, cuando me di cuenta de que lo importante para mi hija no eran los tejanos; lo importante era ser aceptada por sus compañeras. Yo no había oído lo que ella estaba tratando de decirme, y por cierto que ella no lo había expresado con claridad.
Una manera de aclarar la crítica de un chico es estimular la conversación, en vez de cortarla en seco con un «Ya veremos» o «Hablaremos de eso después» o «¡Te dije que no y basta!». Pedir a un niño que nos diga algo más puede ayudarnos a ir más allá de las generalizaciones para pasar a puntos específicos.
Otra manera es ser sensible a los sentimientos del chico, diciéndole, por ejemplo: «Entiendo que te sientas desdichado, pero trata de decirme exactamente por qué». Ser sensible a las emociones puede darnos una mejor comprensión de la importancia que tiene la crítica para el chico. Es frecuente que los niños pequeños no sepan expresar adecuadamente sus sentimientos con palabras, y que necesiten de nuestra ayuda para hacerlo.
Controle sus propias emociones. Escuche las críticas del niño sin reaccionar, ni verbal ni gestualmente, de manera amenazante o punitiva.
Pregunte al niño o niña qué sugeriría como manera de resolver la situación motivo de la crítica. Con demasiada frecuencia, los padres y otros adultos responden a la crítica de un joven de manera tal que los satisface a ellos, pero no al chico. Una respuesta a una crítica válida ha de incluir un cambio en el comportamiento criticado, no limitarse a un acuerdo de boca para afuera; de otra manera, el niño se sentirá desvalido e ineficaz.
Demuéstrele que escuchó la crítica. Esto es ir un paso más allá que prestar atención. Es necesario que demuestre usted verbalmente que ha entendido: «Creo que en eso tienes razón» o «Estoy de acuerdo con algunas cosas que dices, pero no con todas», o «Yo no lo veo así, pero entiendo tu punto de vista». Tales observaciones ayudan a que la crítica se convierta en un diálogo constructivo.
Agradezca al chico que comparta con usted su preocupación y sus sentimientos. Cuando un niño se siente libre para expresar una crítica, eso le ayuda a tener confianza en sí mismo. Si usted acepta la crítica de manera positiva, el chico se verá estimulado a compartir con usted sus preocupaciones, y a hacerlo de manera más constructiva cada vez.
En cambio, si no deja que el niño lo critique, o le demuestra que se ofende ante sus críticas, en realidad le está enseñando que es imposible hablar con usted de las cosas importantes. Además, está ofreciendo al chico un lamentable modelo de aceptación de la crítica. Su objetivo debe ser ayudar a su hijo (y a usted mismo) a establecer un tipo de relación en la cual la crítica —venga de donde venga— no sea un obstáculo para la intimidad y el desarrollo, sino más bien un instrumento que los favorece.