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Cómo criticar con éxito
Recientemente, un hombre decidió dejar de criticar la escasa capacidad que tenía su mujer como ama de casa. Dado que sus críticas no servían más que para provocar discusiones, intentó una técnica diferente. Sin decir nada a su mujer, escondió billetes de un dólar en todos los lugares que, en opinión de él, ella descuidaba.
Uno o dos días después, la mujer abrió el congelador y se encontró con uno de los billetes, acompañado de una nota que decía: «Recompensa número uno, por descongelar el congelador». Picada en su curiosidad, la mujer recordó algunas de las críticas que había expresado su marido. En un rincón del pequeño estudio, se puso a mirar una pila de revistas que desde hacía tiempo quería revisar para seleccionar recortes y después tirarlas. Debajo de la pila se encontró con otro dólar y otra nota: «Recompensa número cuatro, por ordenar las revistas».
Evidentemente, en alguna parte debían estar las recompensas número dos y tres, y además podía haber otras después de la cuarta; al comprenderlo así, a la mujer le dio una fiebre de limpieza. Cuando hubo terminado con la caza del tesoro, se había puesto al día con todas las cosas de las que su marido se había estado quejando inútilmente. Y, en vez de sentirse resentida, estaba fascinada con la forma en que le habían dorado la píldora.
Admitamos que se trata de un caso excepcional, pero ejemplifica bien el problema que representa para muchas personas la crítica, y los extremos a que pueden llegar para evitar encararla de forma directa.
—Yo siempre pensé que para mí era difícil aceptar las críticas —comenta una mujer—, pero me doy cuenta de que me cuesta mucho más hacerlas, porque no sé cómo.
Para hacer críticas constructivas, y sentirse cómodo haciéndolas se ha de empezar por responder a una cuestión clave: ¿Cómo puedo transmitir la información que quiero transmitir de modo que la otra persona la acepte como benéfica para ella, y que al mismo tiempo mejore nuestra relación?
Esta cuestión desplaza la totalidad del marco de referencia de la crítica desde la dimensión de «buscar pelos en la leche» a la de resolver problemas, y destaca tres cualidades esenciales de una crítica constructiva o positiva:
1. Obliga al crítico a tener más en cuenta sus propios motivos para formular la crítica.
2. Se centra en las posibilidades de cambio y mejora del comportamiento.
3. Reconoce que existe un compromiso entre la persona que hace la crítica y quien la recibe, admitiendo que ambas comparten la responsabilidad de resolver el problema planteado por el comportamiento de que se trate. De esto no se sigue que hacer las críticas de manera positiva signifique necesariamente que vayan a ser aceptadas de la misma manera. Una persona puede seguir tomando las críticas de manera destructiva, independientemente de la intención con que han sido formuladas. El que critica y el criticado deben cooperar para que se pueda alcanzar el objetivo de un cambio de comportamiento.
En este capítulo y en el siguiente, hemos bosquejado y concretado un modelo básico para criticar y aceptar críticas de manera positiva. Dicho modelo explica cómo podemos usar de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones para que la crítica sirva a nuestros mejores propósitos, y, a partir de él, derivamos muchas técnicas específicas de crítica constructiva. En los capítulos siguientes estudiaremos más a fondo estas técnicas, para enseñar de qué forma se las puede aplicar en el trato con niños, en las relaciones sexuales, con jefes y colaboradores y, asimismo, en la autocrítica. Examinemos primero la esencia y el estilo de la crítica, esto es, lo que se ha de decir y cómo decirlo.