¿Qué es lo que quiero criticar?
Al determinar el contenido específico de una crítica, lo primero que hay que preguntarse es: ¿Qué comportamiento quiero criticar? Una vez precisada la respuesta, uno será capaz de delimitar exactamente qué es lo que la otra persona está haciendo (o dejando de hacer) que a uno le molesta. En el caso de los tres ejemplos anteriores, el intento de lograr mayor especificidad podría darles la siguiente forma:
Nunca tienes en consideración mis sentimientos. | Dices cosas sin pensar de qué manera me afectarán (o) No muestras el menor aprecio por lo que hago (o más específicamente) Te olvidaste completamente de nuestro aniversario. |
Usted es demasiado terco para cambiar. | Usted dice que el nuevo plan de producción no resultará, pero no se ha mostrado realmente dispuesto a probarlo. |
Parece que nuestra amistad no te importa. | Hace meses que no me llamas ni me escribes. |
Delimitar el comportamiento específico que uno quiere criticar es útil en varios sentidos. Para empezar, le impide caer en generalizaciones excesivas y en el empleo de palabras tan huecas e irritantes como pueden ser «siempre» y «nunca». Como señalamos antes, es fácil que una persona criticada haga caso omiso de una afirmación tan general como las que aparecen en la primera columna, o la rechace, ya que casi siempre puede señalar alguna excepción a lo que se le reprocha.
—¿Acaso el año pasado no te mandé flores para tu cumpleaños?
—¿Terco yo? ¿Y la vez que le acepté esa idea disparatada para el embalaje?
—Te olvidas de que cuando salí de vacaciones te envié una postal.
La persona criticada también puede estar en desacuerdo con la crítica porque define de diferente manera el comportamiento en cuestión. Palabras como considerado, terco o atolondrado pueden sugerir muy diversos significados a diferentes personas. Cuando la persona criticada puede señalar una excepción o discutir un significado, se producirá probablemente una discusión que deja de lado la crítica como tal y la despoja de gran parte de su validez.
Cuando se presenta con precisión y exactitud una crítica consigue que la otra persona sepa exactamente de qué le están hablando (y se da cuenta, también, de que su crítico sabe exactamente de qué está hablando). La crítica se hace entonces mucho más creíble. En vez de sentirse injustamente atacada, es más probable que la otra persona acepte el comentario que se le hace como algo razonable, justo y digno de que se le preste atención. En vez de iniciar una discusión imprecisa o provocar un rechazo liso y llano, es más probable que una crítica, dirigida a un comportamiento específico bien delimitado, dé pie a un diálogo constructivo.