Las interferencias emocionales
El lector recordará el efecto dañino que pueden tener los detractores emocionales cuando se formula una crítica. De la misma manera, nadie puede recibir adecuadamente una crítica si se encuentra tenso, angustiado o ansioso. Los sentimientos negativos interfieren en la estimación racional de la crítica y anulan cualquier utilidad positiva que ésta pudiera tener.
Si uno «pierde la calma», es muy posible que esto disuada a otros de formular críticas, y tal cosa no es necesariamente un objetivo deseable. Por ejemplo, una empleada de comercio minorista recibía frecuentes reprimendas del jefe de su departamento, por estar fuera de su puesto de trabajo mientras los clientes esperaban. Cada vez que esto sucedía, la muchacha estallaba en lágrimas. Al comienzo, el supervisor se sorprendía y trataba de consolarla. Pero cuando la empleada siguió estando fuera de su puesto durante las horas de trabajo, el hecho de que llorase sirvió simplemente para irritar al supervisor.
—Como nunca podíamos hablar de lo que estaba haciendo —dijo— porque los sentimientos de ella interferían, finalmente tuve que despedirla.
Es importante señalar que cada uno de los estilos destructivos de reacción ante la crítica que hemos enumerado, lleva consigo su propia «recompensa» que consiste en lo siguiente: la persona criticada no tiene, de hecho, que encarar o enfrentar la crítica de manera realista… por el momento al menos. La imagen de sí mismo queda protegida, y se evita el cambio de comportamiento. Y como todo esto puede ser visto como una pequeña «victoria», se refuerza la respuesta negativa.
¿Cuáles son, en general, los resultados derivados de las formas destructivas de criticar y de ser criticado? Para empezar, la tensión, la irritación y la distancia psicológica que crean entre la persona que critica y la criticada, hacen que las críticas futuras resulten aún más difíciles y estériles. Además, las pautas destructivas no llegan a tener ninguna influencia positiva importante sobre el comportamiento cuestionado. De hecho, es posible que la crítica continúe, pero es improbable que el problema se resuelva.
Para cambiar este cuadro desalentador es necesario cultivar dos series de habilidades. Una de ellas es aprender a romper las pautas destructivas, y en los capítulos dedicados a territorios especialmente problemáticos dentro de la crítica, como pueden ser el de las relaciones sexuales, laborales y con niños, veremos cuáles son las técnicas adecuadas para hacerlo. La segunda es encontrar técnicas constructivas para formular y recibir críticas. Éstas son las que estudiaremos en los dos capítulos siguientes.