El uso estratégico de los modelos

Uno de los hallazgos más constantes en la investigación psicológica es que los niños aprenden observando a otras personas, especialmente a las figuras importantes, como pueden ser sus padres, hermanos mayores y maestros. Estos «otros significativos» como los llaman los psicólogos, sirven de hecho como modelos para el comportamiento de los más pequeños.

El filósofo Joseph Joubert dijo en una ocasión que «los niños tienen más necesidad de modelos que de críticos». Pero un modelo puede ser un crítico, y sumamente eficaz para el caso. Ya hemos visto —en el ejemplo de los niños cuyos padres se valían de críticas destructivas y que aprendían, a su vez, a comportarse de la misma manera— cómo los modelos pueden funcionar de manera negativa. De forma similar, los padres pueden ser poderosos modelos de crítica positiva. Un ejemplo claro y activo del comportamiento deseado es mucho más significativo para un pequeño que las palabras, especialmente cuando aún no van a la escuela. Con las palabras es demasiado fácil entenderlas mal, olvidarlas o, lo que es peor, resentirse por ellas. Pero, por lo común, la demostración es bien recibida e imitada.

Cualquier padre o madre sabe con qué ansiedad lo imitan sus hijos, desde la niñita que se pone los cosméticos y los zapatos de tacones altos de su madre, hasta el muchachito que copia las peculiaridades del padre.

A los diez años, Kathy casi siempre perdía el autobús escolar. Gastaba demasiados minutos en buscar los tejanos y la camisa que quería ponerse, y tenía que buscar sus libros y cuadernos por toda la casa. Y no parecía que criticarla por ser «desorganizada» sirviera de mucho.

Una noche, Kathy dijo a su madre:

—No sé cómo te las arreglas para despertarnos, preparar el desayuno, vestirte e irte a trabajar todos los días a tiempo. Ojalá yo pudiera ser así.

La madre aprovechó el pie que le daba su hija para mostrarle cómo planificaba todo la noche anterior, dejando preparada la mesa para el desayuno, el café puesto en la cafetera, escogiendo y dejando lista la ropa que se pondría, y guardando en su cartera los papeles que necesitaría en su trabajo. Ver la demostración de su madre sobre la forma de ser organizada fue una verdadera experiencia de aprendizaje para Kathy, mucho más que todas las críticas verbales por ser «desorganizada». La niña se adaptó muy rápidamente al modelo materno, dejando todo preparado la noche anterior, y muy rara vez volvió a perder el autobús.

Entre los modelos eficaces pueden contarse amigos, maestros y hermanos mayores; es decir, cualquier persona a quien un niño quiera y respete, y que tenga los atributos positivos que queremos hacerle emular.

ORIENTACIONES PARA EL USO ESTRATÉGICO DE LOS MODELOS:

1. Elija un modelo que tenga status para el niño.

2. Asegúrese de que el niño puede llevar adelante el comportamiento cuyo modelo se le propone (es decir, de que el comportamiento sea apropiado para la edad).

3. Asegúrese de que hay amplia oportunidad de que el niño observe el comportamiento deseado.

4. Señale frecuentemente el comportamiento específico que desea que siga el niño. Así se evita que imite comportamientos inapropiados (tales como fumar porque alguno de los padres lo hace).

5. Mantenga constantemente el comportamiento modelo. Por ejemplo, si está tratando de corregir los modales de un niño, usted mismo debe actuar con propiedad en todo momento.

6. Elogie al niño o niña siempre que con su comportamiento consiga seguir el modelo.

Nadie es perfecto
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