El efecto de la actitud
La manera de presentar una crítica no puede menos que resultar afectada por estas consideraciones: ¿Soy consciente de mis propios sentimientos cuando critico a alguien? ¿Son positivos o negativos?
Si al ofrecer una crítica nuestros sentimientos son de hostilidad, ansiedad o afán de castigo, nuestras observaciones quedarán inevitablemente teñidas por ellos. Una actitud negativa es difícil de ocultar, y lo más probable es que la persona a quien nos dirigimos reaccione ante nuestra actitud emocional, y no ante las palabras que pronunciamos.
Pero el motivo que se oculta tras una crítica no siempre es fácil de identificar. Un hombre sin empleo, por ejemplo, puede tender a criticar en exceso a su mujer y a sus hijos. En realidad, si lo hace es porque necesita compensar la disminución de su amor propio y no conoce otra manera de lograrlo. Mitiga sus propias heridas hiriendo a los demás.
Generalmente, los motivos se pueden discernir a partir de las circunstancias en que se formula la crítica. Una cosa es que un hombre diga a su mujer, mientras se preparan para salir a cenar, que el vestido que piensa ponerse no le sienta. En ese caso, el motivo puede ser ahorrarle un mal rato, o ayudarla a que parezca más atractiva. Pero es otra cosa hacer la misma crítica en el momento de entrar en la casa donde están invitados; entonces, es más probable que el motivo sea la hostilidad.