Lo que hay que decir
Para criticar de manera constructiva y eficaz, se ha de responder a una serie de cuestiones básicas. Cada una de ellas impone una tarea modesta, destinada a ayudar a quien critica para que pueda aproximarse a dicho objetivo. Las cuestiones se refieren tanto al contenido como al proceso de la crítica. Las referentes al contenido ayudan a determinar qué información es necesario comunicar. Las que se aplican al proceso ayudan a determinar cómo comunicarlo. Evidentemente, lo que decimos y la forma en que lo decimos están relacionados; el contenido y el proceso se afectan recíprocamente.
Para ejemplificar cómo es posible convertir una crítica ineficaz o lesiva en una serie de expresiones útiles y estimulantes, hemos seleccionado tres ejemplos de comentarios críticos comunes, cada uno de los cuales representa una categoría diferente de relación personal. Al usar estas críticas como guía, veremos de qué manera pueden convertirse en instrumentos positivos de cambio y de desarrollo, pese a lo poco prometedores que pueden parecer en este momento.
—En un nivel de intimidad (entre cónyuges o entre amantes): «Nunca tienes en consideración mis sentimientos». La formulación exacta no tiene importancia; puede ser «no me prestas la suficiente atención» o «no me amas». El significado de la crítica sigue siendo el mismo.
—En un marco laboral (de jefe a subordinado, o entre colegas o empleados): «El problema con usted es que es demasiado terco para cambiar». Tampoco aquí importa la formulación exacta; la misma crítica básica se puede dar en muchas versiones.
—Entre amigos o conocidos: «Ya no te mantienes en contacto conmigo. No parece que nuestra amistad te importe».
Todas éstas son observaciones acusatorias y hostiles y, peor aún, imprecisas y vagas. El primer paso para convertirlas en críticas constructivas es examinarlas en función del «contenido».