La indicación de las consecuencias
Proteger la propia imagen de un chico o chica es otro factor importante cuando se trata de hacer que reciba bien las críticas. Señalarle las posibles consecuencias, a largo plazo, de un comportamiento inadecuado puede ayudarle a entender que, si continúa así, se pondrá a sí mismo en desventaja.
Los padres de Sam, un niño de once años, estaban preocupados porque su hijo no conseguía hacerse amigos en su nueva escuela. Por lo que observaban, y por lo que les decían los maestros, la razón principal era que Sam se comportaba de manera ostentosa y arrogante.
Sus padres se dieron cuenta de que este comportamiento era indicio de su propia inseguridad, pero no podían esperar que él pudiera entenderlo así, ni aceptarlo. Criticar sus acciones sería ineficaz, de modo que, en cambio, hablaron con Sam de lo que éste no conseguiría —amigos, atención, respeto— si continuaba con su comportamiento arrogante. Se concentraron en las consecuencias futuras de su comportamiento.
La mayoría de los chicos no verán la indicación de posibles consecuencias de su comportamiento como una amenaza o una orden del padre, ya que éste no tiene nada que ver con las consecuencias. Puesto que, en el caso de Sam, es su propio comportamiento el que produce las consecuencias, será él quien controle lo que sucederá. De modo similar, el padre del adolescente que conducía temerariamente su coche, a quien nos referimos antes, podría encontrar que una técnica eficaz para la crítica sería decirle:
—Si no conduces con más cuidado, la policía te retirará la licencia.
ORIENTACIONES PARA LA INDICACIÓN DE CONSECUENCIAS:
1. No permita que esta técnica se convierta en discusión. La crítica debe mantener un tono neutral: «Eso es lo que harán tus compañeros de clase, no yo».
2. Subraye que, aunque las consecuencias son posibles, no tienen que ocurrir si se produce un cambio en el comportamiento del niño.
3. Asegúrese de que las consecuencias que señala son importantes para el niño, no para usted.
4. Haga que su comentario sea breve, para que no suene a «sermón».
5. Esta técnica funciona mejor con niños de ocho años en adelante, porque son más capaces de relacionar su comportamiento actual con consecuencias futuras.