Valerse del humor y de la paradoja
Las tensiones que acompañan a las actividades de hacer y recibir críticas pueden reducirse con un toque de humor. Como el humor es algo en gran medida espontáneo, el cuándo y el cómo usar esta técnica depende del curso de los acontecimientos, y de la capacidad del padre o maestro para combinar ambas cosas.
Para ver de qué manera puede servir el humor a un comentario crítico, volvamos a Melissa, la niñita que daba de comer a su perro durante la cena. Una noche, cuando la familia tenía invitados, Melissa siguió cogiendo cosas de su plato para dárselas al animal. En vez de provocar una escena, haciendo salir al perro o castigando a la niña, el padre dijo:
—Melissa, creo que Fido ya tiene edad para cortarse él mismo la comida.
Mientras todos se reían, incluso la niña, el padre se aseguró de que Melissa entendiera lo que él le señalaba:
—Tú sabes que Fido tiene su plato afuera y que le puedes dar de comer allí cuando sea su hora.
Otro recurso para unir el humor con la crítica es lo que se podría llamar la «reducción al absurdo». Al estimular el comportamiento que queremos cambiar hasta el punto de llevarlo al absurdo, estamos poniéndolo en la perspectiva adecuada. Hay profesionales que usan actualmente la «terapia por el absurdo» para tratar a algunos clientes. A una pareja que no puede dejar de discutir, por ejemplo, se le pueden dar instrucciones para que discutan, sin falta, por lo menos cuatro veces al día. Como al principio los clientes tienden a resistirse a los esfuerzos y sugerencias del terapeuta, lo más probable es que la pareja deje por completo de discutir. He aquí un ejemplo de cómo se puede usar esta técnica con los jóvenes:
Cuando estaba enseñando a mi hijo de catorce años a jugar al tenis —relata un padre—, solía ponerse furioso consigo mismo cada vez que hacía un mal tiro. Cuando le sucedía eso, arrojaba la raqueta por el aire, o la tiraba contra el suelo. Le advertí repetidas veces que actuar así era muy descortés, lo amenacé con dejar de jugar con él, pero nada de lo que le dije surtió el menor efecto.
Finalmente, le dije: «George, la próxima vez que se te vaya la pelota afuera, o contra la red, quiero ver hasta dónde puedes tirar la raqueta. Procura que caiga detrás de mi línea de saque». Durante un momento, mi hijo se me quedó mirando como si yo estuviera chiflado, y después, de pronto, se echó a reír al darse cuenta de lo absurdo de lo que yo había dicho… y de lo absurdo de su comportamiento. Nunca más volvió a tirar la raqueta.
ORIENTACIONES PARA USAR EL HUMOR Y LA PARADOJA (REDUCCIÓN DE LO ABSURDO):
1. Asegúrese de que su comentario es humorístico, no sarcástico. El sarcasmo hace que el chico sienta que se están riendo de él, no con él.
2. Asegúrese de que el humor no perjudica la seriedad de la crítica.