Los fallos de «realimentación»
Cuando los comentarios críticos no llegan a ser específicos, limitan la posibilidad de que la persona criticada los reciba y saque provecho de ellos en un sentido que satisfaga al crítico. Ian, articulista de una publicación periódica, da testimonio de esto al recordar la época en que empezó a trabajar.
Fueron los días más frustrantes de mi vida, no porque me devolvieran los trabajos para reescribirlos y revisarlos, sino porque jamás me decían con claridad qué era lo que estaba mal. El director me marcaba un párrafo o una página con comentarios al margen como «¡Corregir!» o «¡Más marcha!», y a veces se limitaba a ponerme una hilera de signos de interrogación. Yo estaba completamente deprimido, porque no podía saber qué era lo que él encontraba mal, ni qué quería exactamente que hiciera.
La experiencia de Ian refleja la ineficacia, en cuanto al resultado, de los fallos de «realimentación» o feedback (concepto tomado de la biología) que se producen cuando el que critica omite explicar con precisión qué es lo que está mal hecho o cuáles son los pasos que hay que dar para corregir o mejorar las cosas. Como este tipo de críticas se caracterizan por su vaguedad, la reacción ante ellas tiende a ser un sentimiento de confusión y de impotencia. Uno tiende a pensar que, sea lo que fuere lo que haga, el resultado será el mismo, de manera que no vale la pena tratar de esforzarse. En vez de arrojar luz sobre un problema y esclarecerlo, el fallo de realimentación conduce, por lo general, a la repetición no intencional del comportamiento criticado.