La apreciación individual

La apreciación es un proceso mental que nos ayuda a definir lo que nos sucede o sucede a nuestro alrededor. Este proceso arraiga en las cualidades y circunstancias especiales —tales como antecedentes familiares, talentos naturales, aspecto y salud físicos, sistemas de creencias, temores y esperanzas— que configuran nuestras personalidades. Dichos elementos se combinan para formar la base de la peculiar manera que tiene cada uno de nosotros de interpretar aquello que lo rodea, de asignar significado a los hechos externos y de estimar las situaciones con que se encuentra en la vida cotidiana, como lo demostrarán los ejemplos siguientes.

Louise, una mujer atractiva pero de personalidad áspera, nunca había podido mantener una relación con un hombre. Los hombres se sentían al principio seducidos por su apariencia, pero su agresividad terminaba por alejarlos. Louise tenía la esperanza de que las cosas fueran diferentes con Nick, que había empezado a interesarle mucho.

Nick solía telefonearle los jueves al anochecer, con la finalidad de hacer planes para el fin de semana. Un jueves, cuando se habían hecho las ocho de la tarde sin que Nick telefonease, Louise lo llamó. En las dos horas siguientes llamó tres veces, y cada vez dejó un mensaje. A medianoche, cuando él seguía sin llamarla, Louise estaba furiosa; había tomado el episodio como una afrenta personal.

—Entendí que era su manera de decirme que no le interesaba seguir viéndome —expresó—. Nick me estaba diciendo que me borrara.

Lo significativo de la historia de Louise es que demuestra que la forma en que evaluamos un suceso no sólo dicta nuestros sentimientos frente al mismo, sino también el tipo de acción que probablemente emprenderemos como respuesta. En su inseguridad, y probablemente esperando a medias que Nick la abandonara, lo mismo que todos los otros hombres que había conocido, la aflicción de Louise no se debía a que él no la hubiera llamado, sino a que ella había interpretado su silencio como una crítica implícita, como una indicación de que él ya no quería verla.

El mismo incidente, evaluado de otra manera podría haber provocado una serie de reacciones totalmente distintas. Por ejemplo, ¿qué habría pasado si Louise hubiera pensado que Nick se había demorado más de lo previsto en uno de los viajes de negocios que frecuentemente lo llevaban fuera de la ciudad? También podría haberse fastidiado porque él no le había comunicado que no estaría, o por no haberla llamado por teléfono, pero difícilmente habría llegado a la conclusión de que lo que quería era romper la relación. En vez de interpretar la situación en el sentido de «ya no quiere verme más», probablemente habría pensado: «Quizás esta noche esté demasiado ocupado para llamarme». ¿Y si Louise hubiera decidido que el hecho de que Nick no telefoneara ni respondiera a sus llamadas significaba que estaba enfermo o había tenido un accidente? En ese caso, lejos de sentirse despreciada y enojarse, habría estado preocupada e inquieta.

Es obvio que la forma en que interpretamos una situación cualquiera puede variar con las circunstancias. Lo importante es que la forma en que la apreciamos, la opción cognoscitiva, es el desencadenante de los sentimientos y el comportamiento que siguen.

Cuando dos personas están relacionadas, es posible que cada una de ellas haga una apreciación opuesta de la misma situación. Es más, dado que nuestras percepciones y estimaciones son siempre peculiares e individuales, parece improbable que dos personas distintas puedan llegar jamás a una evaluación completamente coincidente.

Hacía seis meses que Jeff y Ellen estaban comprometidos, cuando, de pronto, Ellen puso término a la relación. Jeff se quedó atónito.

—Jamás me había sentido tan próximo a una mujer —dijo—. No había nada de lo cual no pudiéramos hablar. Es verdad que discutíamos mucho, pero el hecho de que pudiéramos discutir y seguir sintiéndonos cerca, me decía que teníamos una base realmente sólida para un matrimonio.

Pero Ellen veía las cosas bajo otra luz.

—Estábamos continuamente discutiendo, y finalmente me di cuenta de que jamás podríamos llevarnos bien.

Tanto Ellen como Jeff coincidían en que discutían mucho, pero la evaluación que hacían del hecho era diferente. Jeff lo interpretaba como un elemento positivo en la relación de ambos, y Ellen lo veía como prueba de que no formaban una buena pareja.

Cada persona tiene su propia perspectiva. Un sofá de tamaño muy grande, por ejemplo, significará cosas muy diferentes para un tapicero, una pareja de enamorados y un empleado de mudanzas. Si se sienta a cuatro personas en torno de una mesa de juego y se pone sobre ella una «M» mayúscula, según dónde esté sentado cada uno la verá como una «M», una «E», una «W» o un «3» de forma angular.

De la misma manera, la forma en que reacciona un individuo ante las críticas depende en alguna medida de dónde «esté sentado» mentalmente. Una persona puede sentirse insultada, otra deprimida, una tercera enojada y, con mucha menos frecuencia, también alguien puede sentirse agradecido porque le hayan señalado un fallo. O el mismo individuo puede reaccionar ante la misma crítica de todas esas maneras diferentes en distintas ocasiones, según cómo cambie la evaluación que hace de ella. ¿Cuántas veces, después de haber formulado una observación crítica, nos sorprendemos por la reacción que provoca, especialmente cuando la intención que nos animaba era la de ofrecer una ayuda?

—Entendiste erróneamente lo que te dije —protestamos.

Afortunadamente, como veremos más adelante, la mayoría de las personas son capaces de modificar su manera de apreciar las críticas para poder aceptarlas bajo una luz más positiva.

Nadie es perfecto
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