Criticar y asumir la crítica
Antes de aventurar ni siquiera la más leve de las críticas, es importante que nos preguntemos: ¿Estoy asumiendo la crítica que hago? ¿La veo como parte de un proceso?
Muy frecuentemente, hacemos una crítica y después nos olvidamos del asunto. La persona criticada se queda en el aire, sintiéndose desvalida, en ocasiones agredida, e indudablemente falta de dirección. Suponiendo, no sin razón, que no se dirá ni se hará nada más al respecto, es posible que calcule:
—Esto debe de haberse acabado aquí, de manera que me olvidaré de todo el asunto.
Para que nuestras críticas produzcan respuestas constructivas, es necesario que demostremos que asumimos no sólo lo que hemos dicho, sino también la tarea de favorecer el cambio de comportamiento que esperamos. Debemos demostrar que el asunto nos interesa y que estamos dispuestos a colaborar en hallarle solución. Para decirlo de otra manera, una crítica constructiva intenta establecer una alianza entre quien la hace y quien la recibe, con el fin de alcanzar un objetivo común a ambos.
Por ejemplo, un comentario tan general como «No es una buena idea» apenas si es el mero comienzo de una crítica. Para que tenga algún efecto útil, el comentario debe ir acompañado de explicaciones y sugerencias que demuestren por qué no es buena la idea, y qué posible técnica o enfoque sería más factible.
Una joven ejecutiva recuerda que, cuando llevaba un mes en su trabajo, su jefe le dijo que estaba dedicando demasiado tiempo a cosas sin importancia.
—Se limitó a decirme eso y se fue. Yo no sabía qué hacer, porque no sabía qué era lo que él consideraba importante, o en qué quería que me concentrase. Y lo peor fue que jamás me volvió a hablar del asunto, y yo me pasé meses con el miedo perpetuo de que me iban a echar del trabajo por incompetente.
¿Cómo se demuestra que hemos asumido la crítica que hacemos? Haciendo comentarios específicos, ofreciendo sugerencias o soluciones que puedan remediar la situación y teniendo cuidado en asegurar a la persona criticada que sabemos que está empeñada en resolver el asunto, y que se nota (o que todavía no se nota) que ha mejorado. Esta interacción es vital para el éxito del proceso de crítica, puesto que indica que uno está tratando de ayudar y dispuesto a brindar su apoyo. Si no hemos asumido nuestra crítica, lo mismo da que no la hagamos, ya que, sin ninguna colaboración de nuestra parte, es improbable que sea eficaz.